La Marina, 1780-1822

LA MARINA 29 te después de su desembarco en Concepción y luego reembar– carse sin pérdida de tiempo para lanzar un ataque hacia Val– paraíso, de donde hubieran tenido sólo 90 millas de buen cami– no a la capital. San Martín previendo, sin embargo, el peligro, evacuó la pro– vincia de Concepción con la primera información de la proximi– dad de la expedición y destruyendo todo aquello que podía ser útil para el enemigo, concentró la división de O'Higgins detrás del río Maule desde donde sus comunicaciones son seguras con San– tiago y con los otros cuerpos del ejército. Este último, con cerca de 5,000 hombres, permaneció acampado en la vecindad de Val– paraíso para proteger ese lugar y cubrir Santiago en el caso de que se hubiera efectuado un desembarco en esa área, pero como se supo antes de que yo partiera que Osario había desembarca– do el 18 de Enero en Talcahuano, parece probable que las ope– raciones de la campaña serán confinadas a las provincias del Sur y que deben ser de naturaleza defensiva por parte de los es– pañoles, quienes con una fuerza definitivamente tan inferior di– fícilmente pueden aventurarse a avanzar al interior del país. La única ventaja que quizás poseen todavía es una superio– ridad naval, pero de ser cierto como se informó confidencial– mente cuando dejé Chile, que los Comisionados enviados a Norte– américa desde Buenos Aires en mayo último han adquirido dos fra– gatas que pueden llegar muy pronto a estos mares, esta última ventaja puede desaparecer en breve, y si San Martín tiene éxito contra Osario, entonces el camino a Lima quedará abierto, y la probabilidad es que cuando las acciones lleguen a este punto, los habitantes de ese lugar para evitar una conquista y todos los males consiguientes efectuarán una revolución, y ellos mis– mos se declararán un Estado independiente. La llegada de la Ontario a Valparaíso, ha despertado mucha especulación. Como tocó en Río de Janeiro, el Gobierno de Su Majestad ya estará probablemente informado de que ella lleva– ba a un señor Prevost, quien se dice que gozaba de la más alta confianza del actual presidente. El fue inmediatamente a San– tiago visitando de paso el cuartel general del Gral. San Martín, pero no pude conseguir información alguna, en la que pue– da confiar, sobre sus actuaciones antes que yo partiera, salvo que había presentado algunas quejas sobre el mal tratamiento de algunos oficiales americanos que habían servido en el ejército aquí, y habían sido despedidos por una conspiración contra San Martín, a quíen titulaban el Tirano de Sud América.

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