La Marina, 1780-1822

LA MARINA 41 Nada de interés ha sucedido en el Alto Perú. La región está tan completamente exhausta que no se puede llevar a cabo alli operaciones militares sin las mayores dificultades y el mal enten– dimiento entre Belgrano y Güemes evita toda cooperación cor– dial entre las tropas de Salta y las de Buenos Aires. El Capitán Sharpe ya ha informado a Sus Excelencias que no existe razón para creer que los comisionados de América tuvieran intenciones secretas o que hayan causado gran impre– sión aquí. Uno de ellos, sin embargo, se dirige por tierra a San– tiago tan pronto como se recibieron los detalles de la batalla de Maypú. La oportunidad que tuve de observar, durante mi última es– tadía en Chile, sobre el estado del comercio británico en ese país y las dificultades a las cuales estaba expuesto, unidas a los recien– tes hechos que ocurrieron allí, espero que me permitan excusar– me el sugerir por intermedio de Sus Excelencias al Gobierno de Su Majestad, la conveniencia de nombrar a un agente comercial en la capital de esa provincia. La distancia de Valparaíso (90 mi– llas) es tan considerable como para impedir al oficial al mando de los buques de Su Majestad, estacionados en este último lugar, el formalizar transaciones con las autoridades existentes, y par– ticularmente de hacer aquellas protestas personales que por lo ge– neral son mejor atendidas en Santiago. Me doy perfectamente cuen– ta de las objeciones que puedan presentarse contra la medida, pero es conveniente informar a Sus Excelencias que además de un cón– sul americano hay un agente comercial francés acreditado regu– larmente ante este Gobierno, y reconocido en su carácter oficial; y tengo escasas dudas que un tal Monsieur Lambert, que vino de Francia hace dos años con el Duque de Luxemburgo y que ha es– tado desde entonces en Chile, sin ningún objeto aparente, sea empleado (si no lo está ya) en alguna capacidad similar. Ha ha– bido un cónsul americano en Santiago desde enero y como el comercio directo desde Inglaterra alrededor del Cabo de Hornos, se está haciendo ahora considerable, muy pronto se hará sentir la necesidad de alguna persona que se encargue de estos negocios de rutina en favor de los comerciantes británicos. Si Sus Excelencias requieren más información detallada del estado actual de este país, el Capitán Sharpe está perfectamen– te calificado para proporcionarla, y aprovecho con gran placer esta oportunidad de expresar el reconocimiento que le guardo por el celo, habilidad Y carácter con que ha ejecutado los diver-

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