La poesía de la emancipación
LA POESIA DE LA EMANCIPACION Sí, dulce Patria mía: Escuchó tus clamores el Eterno: Y al ver la bastardía De tu tirano y destructor gobierno, Decretó para siempre el exterminio De su injusto y despótico dominio. Pierda la España, dijo, El don precioso de ese rico imperio Donde mi trono fijo: Fenesca el detestable cautiverio; Y al reynado del odio y la injusticia, Suceda el del amor y la justicia. Y tú, Lima, que fuiste A mi ley obsecuente, y con paciencia Tres centurias sufriste: En premio de tu amor y tu obediencia, La libertad recibe, y sin estragos De la guerra ve solo los amagos. Temblad necios tiranos Que usurpais á los pueblos sus derechos; Porque si entre sus manos Con fuerte lucha no quedais deshechos, Los vengará el Señor, y en un momento Seréis cual paja que disipa el viento. De orden suya aparece El Génio Protector como la aurora Que la noche esclarece, Y al sol anuncia que las nubes dora: Muda el Perú de faz, y se percibe El benéfico influjo que recibe. Dirigen la ardua empresa De Lima los celeste tutelares; Cual al gefe interesa, Que recordando. sus nativos lares, A grandes pueblos libres los declara En fiel obsequio de su Patria clara. 251
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