La poesía de la emancipación

254 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Mas ¡qué estraña mudanza En el pueblo se advierte de improviso Tan digna de alabanza! El que antes débil fué manso, sumiso, ¿Porqué se manifiesta formídable, Y á las huestes adversas espantable? Tú que en el hombre imprimes De la Patria el amor desde la inf~ncia, Con su influjo deprimes El injusto poder y la arrogancia De los que violan sin temor las leyes, Porque tienen el título de reyes. Así Señor renuevas Este mundo moral: cesa el desoraen, Y á los justos elevas, Como en natura se conserva el orden Por esas materiales explosiones, Que transtoman la faz de las naciones. Y ¿en tu heroyca defensa Cuantos ¡ó Lima! se hallan empeñados? Ninguno se dispensa: Hombres, mujeres, niños y ... ¡sagrados Ministros del altar! ¡vírgenes santas! Pedid á Dios que cesen penas tantas. El eterno decreto Sobre Lima se cumple, porque todo A Dios está sujeto, Mas ¡de qué raro y admirable modo! , Los adversarios temerosos huyen, Y con su misma fuga se de-struyen. Y tú fuerte baluarte, Llave de Lima, defensor del puerto, Y prodigio del arte: Desamparado estás: tu riesgo es cierto: Y pues hambre rabiosa te desola, De la Patria el pendon pronto enarbola.

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