La poesía de la emancipación

LA POESIA DE LA EMANCIPACION Visires que lanzó la ávida Iberia, Para horror de la tierra americana. Mas los Visires, sordos á las voces Del pueblo, nada escuchan; y entretanto Escuálidos los rostros mas atroces, Que antes daban espanto, Veo que los aceros Caen de la débil mano á los guerreros . Crece la confusion: el miedo vaga Por entre los soldados repitiendo De Ricafort y O'Reilly los desastres, Y los de otros sin fin. Ya ven que amaga Igual rayo sobre ellos, y temiendo Nuevo desolación, nuevos desastres, No hay poder que los lleve al campo honroso Que la libertadora hueste pisa, A disputar su posesión, medroso Cada hombre en él divisa Su sepulcro y presiente Lo que es en campo abierto nuestra gente. En tanto la esperanza ya se cierra De resistir mas tiempo. Decidido San Martín á vencer, redobla, apura, Todos los medios que le dá la guerra; Guerra, cuyos horrores condolido Hace sentir á un pueblo sin ventura, Que clama por ser libre y humillado Vive en degradacion. Pero ya el dia Está pronto á lucir que decretado El justo cielo había; El cielo que se cansa De ver tanto delito sin venganza. ¿Cuál estrépito horrísono en las plazas De la oprimida capital se siente? ¿Que repentino movimiento lleva Por do quier las falanjes?-¡Qué amenazas! ¡Qué clamor á la vez!-Se cree valiente El bárbaro Español, ¿y así se ceba Del pueblo inerine en el brutal saqueo? ¡Cobardes! Ya, perdida la esperanza, 259 •

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