La poesía de la emancipación
268 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Dignamente cantar, que lo elevaban Sobre la esfera entonces De las pasiones viles que oscurecen La mente del comun de los mortales? A designios tan nobles, tan augustos Los acentos de Clio desfallecen; Para ejemplo y asombro los anales Del mundo lo dirán: no fué de Annibal Tan heróico el aliento, Cuando el consejo y fuerza del Romano Allá sobre los Alpes contemplaba, Y eterno monumento En Canas á su gloria levantaba. Asi fué qu~, cual rayo desprendido Del cielo alto en tempestad sonora Destruyó en Chacabuco el yugo infame Que al chileno oprimía: Despues en Maipo en mas tremendo dia A esfuerzos de valor y de constancia, A la Patria salvó, dobló la afrenta, Y humilló la arrogancia Del opresor sangriento, que tornaba Mas fiero y confiado En huestes numerosas que mandaba. Entonces San Martin un nuevo Estado Dió á la sagrada causa; en premio entonces El vió cuanto brillaba Su heroismo á la faz de las naciones; El oyó resonar su claro nombre En las dulces canciones, En los cantos heróicos que los hijos De Apolo consagraban inspirados A sus grandes hazañas; todos vimos, Que los dardos entonces disparados Por la rabiosa envidia contra el héroe, En su escudo luciente, impenetrable, Volaban a romperse, así admirable Respondio San Martín a la esperanza, Que un dia en él fundaron Buenos Aires y Chile Cuando sus nobles armas le confiaron.
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