La poesía de la emancipación

340 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Y pues á Marte fiero y tremebundo le alhaga solo despoblar el mundo, cual planetas aciagos repútense los hijos de la guerra, cuando llevan consigo por la tierra la muerte y los estragos. Que sean, por lo tanto, los que atenten contra su madre patria, y la ensp.ngrienten, odiados como Sila: y cual monstruos horrendos é inhumanos los que van a destruir á los lejanos como el furioso Atila. ¡Manes de Washington! de ningún modo vuestro reposo turbo: el mundo todo os da justos loores. Sí, varon inmortal: tu libertaste grandes pueblos del yugo, y renunciaste los más altos honores. Pero á tu patria misma defendiste cumpliendo el voto que en su altar le hiciste: y si siempre la fama hace el debido honor á tu heroismo, es porque de tu noble patriotismo fomentaste la llama. Mas tú invicto campeon, ¿por qué has surcado el Pacífico Sur? ¿Por qué has buscado tan prolongadas penas? Porque el triste Perú con tu invencible poder, á los tiranos tan temible, rompiese sus cadenas. Esto, dices, reputo por ventura; y hace gustar á mi alma la dulzura mas grata y estimable, que las victorias, triunfos y trofeos; pues solo satisface mis deseos ser bienhechor amable.

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