La poesía de la emancipación

342 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Vé entre tanto la dicha que te espera: rompiose por el jenio la barrera (*) donde el Norte terrible con implacable furia se estrellaba, porque mezclar sus ondas anhelaba con el Sur apacible. ¡Que de naves y j entes en tu puerto al orbe todo para siempre abierto! Riquezas industriales, de Europa y Asia el mercader transporta á tu seno imperial, y en cambio exporta tus frutos y metales. Las ciencias y las artes aparecen, y en tu tranquilo imperio se establecen. Crece la agricultura; y á la industria y los útiles inventos se someten los mismos elementos de la mad~e natura. Ya las nevadas y ásperas montañas, en tus profundas y hórridas entrañas, los mas ricos veneros que desde tiempo inmemorable encubren, á la experiencia y al saber descubren de famosos mineros . De tu reyno las plantas excelentes estudian profesores eminentes con zelo infatigable; no por el vano lujo de jardines, sino aspirando á dilatar los fines de tu arte saludable . ¡Oh desgraciada Hesperia! ¡Tus zozobras Seran a la verdad! ¡Su luz recobras! ¡Ya huye la oscura niebla que tu cielo eclipsó, y al mal te indujo; y del peruano sol el claro influjo, disipa tu tiniebla! * El Istmo de Panamá .

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