La poesía de la emancipación

VIVA LA PATRIA LA SOMBRA DE ATAHUALLPA A LOS HIJOS DEL SOL Desde el lobrego seno de los muertos Os habla vuestro Padre, Caros Hijos, Vuestro Padre Atahuallpa á quien mirasteis Emperador del Cuzco, Rey del Quitto: Escuchad á mis voces paternales, Trahed á la memoria mi suplicio; Mirad mi sangre que dos piedras tiñe De la Gran Caxa-Marca en su distrito. Yo gozaba del Cetro y la Diadema Que el Padre del gran Sol me dió benigno Confiando á mi zélo las Naciiones Que simentan el Trono de los Indios: Suavidad y piedad eran mi Norte, Y la observancia de sagrados ritos Para adorar al Exe de las Luces A quien se tributaban sacrificios: El Comercio, la bella Agricultura, El trabajo de Minas de oro fino. El beneficio de la Plata y Cobre, De la flecha y Carcáz el exercicio, La Policía de sendas y poblados, Y sabia ilustracion de nuestros Quipos Eran las atenciones de un Monarca Amante de sus Pueblos, y sus hijos. Quando de estas delicias disfrutaba, La codicia de aquel Iberio Abismo Huestes despide de PIZARRO al mando Para usurparme el Trono y el dominio: Hombres de otra color me sorprendieron, Los Cavallos aquí no conocidos, Los tirós de arcabúzes ignorados Y del duro cañon el estallido, Me obligaron del todo á someterme A las funestas leyes del destino: Ofrecíle al TYRANO todo el Oro Que su vista alcanzase en el Circuito, Para que perdonandome la vida Fuese consuelo de los hijos mios: Inecsorable el BARBARO no atiende De un Monarca a los ruegos y suspiros,

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