La poesía de la emancipación
16 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA pudo escapar de la muerte al favor de su destino. Roto en fin el Real Alcazar del sagrado frontispicio, A quien las Armas del Rey coronaban como Asylo. Entraron en lo interior Con furor tan vtngativo que aun el mismo pabimento se dio tal vez por sentido. Los papeles necesr:rios fueron pabulo del fuego que estaban en el Archivo que ardió en su pecho maligno. El tesoro que pudiera saciar su ruin ape ti to avivó de lo avariento la villana harabrt> canina. Con rigor tan desusado trataron los utensilios que de invisibles fragmentos no se halló el menor vestigio. Su codicia no conlenta con estos despojos ricos discurrió ideas fatales que sufrió el latrocinio. Toda la Ciudad fue blanco del pernicioso designio anunciandole la muerte a todo honrado vecino. Para lo que el dia siguiente convocando muchos Yndios con promesas engañosas dieron osado prinri pio.
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