La poesía de la emancipación

360 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA No cuidas ya de tu Nacion querida! ¿Ya no cuentan tus hijos con tu afecto? El general trastorno que se advierte, Y que esparcido en todo yo contemplo, Lo ha ciertamente causado la venida De ese puñado vil de aventureros. ¿Cuando jamas se ha usado la perfidia, El hurto, ni el engaño en estos pueblos? ¿Cuando el traidor ha sido soberano? ¿El soberano en que ocasion se ha visto preso? Mas en el dia todo lo miramos. Parece, que inseparables compañeros De esos bárbaros son todos los males Que desde que ellos llegaron, vamos viendo. Así, soldados, echadlos de esta tierra: No nos corrompan con su mal exemplo; Sufrirlo todo, antes que dejarlos; No permitais. . . pero; ¿que caimiento Que disponga me impide mis acciones? ¿Que desmayo me priva del aliento? Un sudor frio cubre ya mi rostro; La pluma se me escapa de los dedos; La sombra de mi padre se presenta Lo estoy mirando, sí, mi padre mesmo, Que lleno de tristeza su semblante, Pálido, consumido, macilento, Conservando de todas sus insignias El llauto solo, todo descompuesto Me dice: hijo muy querido Nuestras glorias ya todas fenecieron; El padre de las luces ha extendido Irrevocable su fatal decreto. Nuestra Patria va á ser tiranizada Por los hombres mas duros y soberbios. La muerte de tus hijos y familia, No será lo mas malo de sus hechos. Millones de inocentes serán víctimas De su furor terrible y su despecho. De nuestro padre el sol el culto santo Va á ser mirado con el mayor desprecio; El pudor de sus virgenes violado, Arrojados los sacerdotes de sus templos, Robados sus ganados, y aun sus casas

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