La poesía de la emancipación

468 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Era el coro de cándidas Vestales; Las vírgenes del sol, que rodeando Al Inca como á Sumo Sacerdote En gozo santo y ecos virginales En torno van cantando Del Sol las alabanzas inmortales. Alma eterna del mundo, Dios santo del Perú, padre del Inca, En tu j iro fecundo Gózate sin cesar, Luz bienhechora, Viendo ya libre el pueblo que te adora. La tiniebla de sangre y servidumbre Que ofuscaba la lumbre De tu radiante faz pura y serena Se disipó, y en cantos se convierte La querella de muerte Y el ruido antiguo de servil cadena. Aquí la Libertad buscó un asilo, Amable peregrina; Y ya lo encuentra plácido y tranquilo. Y aquí poner la Diosa Quiere su templo y ara milagrosa. Aquí, olvidada de su cara Helvecia, Se viene á consolar de la ruina De los altares que le alzó la Grecia, Y en todos sus oráculos proclama la victoria de Ayacucho es de la mayor importancia, como que ha fijado los destinos del pueblo americano· y no estaría bien cantada si no Se .cele– brasen todas las circunstancias qué la hacen memorable. Además esa i;iu~ma prolijidad de circunstancias, dá mayores apariencias de verdad á la predic~16n· Por esto se ha escojido un profeta inspirado que lo prevea todo, un anciano que no omita nada de cuanto prevee, y un Inca que mire con interés cuanto contribuya á la gloria del Imperio.- Por otra parte, la mencion que hace de todos los Jefes que debian distinguirse en Ayacucho, sirve de nuevo estímulo á su valor, ya por la anticipada alabanza de sus proezas, ya por la segura esperanza de victoria. Se dirá, en fin que el Inca de este canto sabe mas de lo que pudo saber en su tiempo .-Pero ese era un Inca dotado de espíritu profético, Y Ql!~ segtI.!l las antiguas tradiciones, predijo la invasion de los Españoles, el estabdle¡,1- miento de una nueva relijion, y el hado del Imperio. Sobre tod?, ll? e e estrañars.e que tenga ideas justas de relijion, de lejislacion y c1enc1as del siglo quien habita las rejiones de luz y de verdad.

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