La poesía de la emancipación

510 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA Iba á caer precipitado al suelo, Donde la horrible Parca lo esperaba; Pero SUCRE lo mira, y en su auxilio Veloz, cual rayo, á socorrerlo parte; Y el dígno hijo de Marte, Al hijo de BOLIVAR, En el mismo contraste, firme anuncia El laurél inmortal que en ese dia Sus venturosas sienes ceñiría. ¡Oh General ilustre, Ornato y timbre de la excelsa Guayas! Tu vaticinio al fin se vió cumplido: Y al Español rendido Tú el primero alargaste La diestra vencedora, Y con la oliva de la paz brindaste. Brindaste, sí; y al formidable estruendo Del cañon matador, sucede el éco De Pan y Libertad: ya las canciones Se entonan de la Patria, y sus pendones Al Cielo el aire con placer ondea. De la cruda pelea Cesa la mortandad, cesa el estrago; Y el nombre augusto de BOLIVAR ~olo Se escucha resonar; y la cuchilla De la terrible Parca está embotada, Y el trono de Castilla, Envuelto en confusion, al hondo abismo Cayó precipitado. Con sangre fué marcado El primer paso, que en el triste suelo De América infeliz dió el Castellano; Y con sangre tambien en este sitio Su dominio y poder perdió el tirano. Sus huellas ominosas Seguirse pueden por do quier al rastro Que trazó su furor y su codicia De sangre, fuego, asolacion y espanto; Y en doloroso llanto,

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