La poesía de la emancipación
LA POESIA DE LA EMANCIPACION En yerma soledad y en hondo duelo, Este abundoso suelo Por tres siglos jimió, y á los cantares, Que resonar solian, En el Templo del Sol, dó relucian Entre el oro y la plata, Los hijos de aquel Dios; lúgubres écos Y lamentos sin fin han sucedido. ¿Dó el Imperio florido? ¿Dónde la tribu está tan numerosa, Que poblaba las fértiles riberas Del Pacífico mar. . . que bulJiciosa A sus sagrados ritos concurría, Y los acentos del placer mas puro En ciudades y plazas repetía? ¡Oh, que no existe ya ... ! La avara mano Del injusto Español cortó sus dias, Y convertidas en cenizas frias Cien millones de victimas han sido. Pero ya están vengadas; y el sonido De sus quejas amargas y dolientes, Los soldados valientes . Del animoso SUCRE han acallado. El triunfo ha coronado Las sienes vencedoras, Y el altar sacrosanto de la .f>atria Se alzó ya para siempre; y este sitio Será de Libertad el dulce asilo, Y su templo glorioso En él se elevará ... ¡Oh ciudadanos! Venid: y allí postrados, Odio y rencor eterno á los tiranos Juremos de una vez ... Sí; el gran torrente De la revolución en su carrera, De la abatida frente El yugo sacudió, el yugo inicuo, Que nuestros campos devastaba opimos. Y bien, si ejemplo dimos De gloria y de venganza, Al derrocar el trono de la Iberia, 511
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