La poesía de la emancipación

48 AURELIO MIRO-QUESADA SOSA A el soplo de aquel tirano, las llamas tomando vuelo, quieren incendiar el cielo, y por mostrarse más fieras, abrasando las esferas, traer las cenizas al suelo. Si en aquel templo de D~ana fue el incendio sacrilegio, porque violó el privilegio de aquella deidad humana, ¿cuál sería el que profana el santuario del Señor, entregándole al rigor de las llamas exaltadas, que a las hostias consagradas no reserva su furor? Repitiendo papelones, parece que sus intentos escribe en lienzo de vientos o en papel de exhalaoiones. Las más remotas regiones, para sembrar cuerpos muertos, a las furias las entrega, los pueblos con sangre riega, y porque queden desiertos plantas racionales siega. Con una escolta de alzados, revestido de Monarca, con doctrinas de heresiarca fue a seducir los collados; los halló ya despoblados de la milicia española, porque Oré, Sota y Urbiola, que eran los Corregidores, prevenidos de temores, habían raspado Ja bola.

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