La rebelión de Túpac Amaru

90 GUILLERMO DURAND FLOREZ cia comunicarme en oficio de este día con el obgeto de que mande satisfacer los gastos que cause el transporte hasta su destino y en esa virtud dispondran Vuesas mercedes lo conveniente para que se paguen los fletes con la mayor economía, y que se tome razón en el Real Tribunal de Cuentas para el abono de Vuestras Mercedes, y para el consiguiente cargo de dichas armas al referido Justicia. Advierto por último que pudiendo tal vez haver facilidad en el día que el transporte se haga por Mar en cuyo caso sería menos costoso, soliciten Vuestras Mercedes, si hay ocasión, y haviéndola procurarán también saver del Excelentísimo Señor Virrey si no se sigue inconveniente a los obgetos del servicio para, mandar dichas armas por este medio, y entonces lo dispondrán Vuestras Mercedes dándome aviso para prevenir a Ofiziales Reales de Arequipa paguen la conducción desde el Puerto hasta la Capital, pero si no hay bu– que pronto, o se considera esta una via improporcionada a los fines que dictan la providencia se hará el ajuste por tierra vajo los requi– sitos de justificación que son indispensables por regla general. Dios guarde a Vuestras Mercedes muchos años. Lima 19 de Fe– brero de 1781. Besa las manos de Vuestras Mercedes su atento y seguro servidor. Joseph Ramos de Figueroa. Señores Oficiales Reales de Lima. Señor Sub Delegado de la Visita y Superintendente General de Real Hazienda Hallándome comisionado por el Excelentísjmo Señor Virrey para transportar el armamento que se remite a la ciudad de Are– quipa, se sirvió Vuestra Señoría pasar orden a los Señores Oficiales' Reales librándome el dinero para su conducción. Con efecto ocurrí a la Tesorería p9r el, y solo se me entregan trescientos, setenta, y seis pesos arreglando esta cantidad a la mitad de lo que importan los fletes de treinta y una tercia de cargas, de que el todo se com– pone haciendo el ajuste a razón de beinte, y quatro pesos por cada una. Yo verdaderamente admiro que no se me aga ntrega de toda la cantidad, que es indispensable para la conducción d dicho ar– mamento, el que deve caminar con la mayor aceleración y pr v o desde ahora, qu me hallaré en el conflicto de no pod r 11 gar a

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