La rebelión de Túpac Amaru

248 GUILLERMO DURAND FLOREZ haver cantado las letanias mayores, patente el Augusto Sacramen– to, y diého Missa en el predicho Pueblo, pasé intrépido a Ayaviri con el fin de trastornarle de su sistema al rebelde, quien para ha– cer nueva imbación a esta ciudad, bino a combocar toda la jente del Callao, y sus confines aconcejeme bien de los presvíteros Don Antonio Tapia, Don Blas Sanchez, y Don Pedro de Aragón que a la sazon estaban en predicho pueblo, a quienes de antemano les co– muniqué mi asunto, logré pues recogerlo en un quarto, donde con maior eficacia que pude, le predique lo que le convenía exponién– dole vivamente su alevosia, el balar tan sobresaliente de las armas españolas, y lo emparentado que estaba nuestro amable Monar– cha con los Señores Reyes de Francia, Portugal y Nápoles, llorele del feo luna, e infamia, que havia puesto en la nación con su he– cho, y como por su causa serian pasados a cuchillo sus sequaces, y delinquentes, reñile de las encajadas tan disonantes que havia he– cho, y la ninguna respuesta que merecía. Le truje a colación la for– tificación de la ciudad, y el disparo de querer dar abanse, y por esto un imposible el que pudiera prevaleser en su design·, , al fin ya incado, ya lloroso, ya enojado haciéndole cargo de mi hermano y de todos los de Sangarará, cuia sangre clamaba al cielo contra él, expúsele el mal estado de su alma, y la ruina de toda su fami– lia: Resolviese compunjido a componer su mal estado, y herido de mis razones el dia siguiente dió soltura a los Lizenciados Don Ni– colas Sanches a quien lo trajo de Pucará, y a Don Bias Sanches, hice restituir su plata labrada a Don Antonio Tapia, y a todos a quienes sus sequaces havian embargado, y rrobado sus cosas le hice pagar, y desembargar catorce mugeres españolas una de Pu– cará y otras de Santiago a mi petición se bolbieron a sus tierras, y las de Ayaviri se quedaron. En Plaza pública delante del rebelde exorté a los Indios que no mataran españoles que no robaran las Iglesias ni destruieran sus fincas, y a este fin hice despachar va– rios edictos bajo su firma a muchos pueblos. Libertáronse los pri– sioneros y muchos están en esta ciudad de quienes puede Vuestra Señoría Muy Ilustre certificarse, mas afirmo in verbo sacerdotis tacto pectare ser assi como refiero.- Estando en el Pueblo de Tinta por orden suyo como atestigua la carta que entr gué a Vuestra Señoría muy ilustre tuve el honor con mi modo de extraer a los Señores Sacerdotes de entre sus criados, y ponerlos en su mesa para que tuvieran buen tratamiento. Me introduje amigablem nte por saverle sentrecamente (sic) sus proyectos, que los t nía omu– nicados con su mui amado Fhelipe Bermudes desempeñó sus asun-

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