La rebelión de Túpac Amaru
LA REBELION DE TUPAC AMARU 249 tos mas arduos. Hiceme vedor de su carta por dos motivos, lo uno por penetrarme lo que pretendía, y darle a conoser que hera bassa– llo del Rey, y quantas veces quería hablar con impersonalidad con mi soberano, le reprendía, y h ise que pusiera: El Rey mi señor, mi Monarcha: El Rey de España mi señor. Lo otro por mirar el honor de todos los señores constituidos en dignidad, a quienes que– ría ensangrentar en todos estados, y de paso dirigir sus sistema al perdón, y rendimiento, que deve aspirar a su Señor natural, como atestigua la carta borrador que entregué a Vuestra Señoría muy Ilustre, con mas otros papeles que le acompañaron. Interné a esta ciudad y por que entendiera que yo siempre aspiraba al honor de mi Monarcha prediqué en el Pueblo de Quiquipana exhortándoles a que havian de ser muertos si no se sujetavan a las tropas espa– ñolas como refiere la certificación que presento. Merecí besarle las manos a Vuestra Señoría Muy Ilustre, y luego dí prolija cuenta de su estado tan destituido de sus peltrechos de guerra, cañones fabricado, bronce, Plomo, fierro, balas maestras, cartuchos de ca· ñones, y fuciles, de los cercos fabricados para resguardo de la jen– te que le havía de benir de socorro de Tierra arriva.-En mi benida y buelta al Pueblo de Tinta por orden de Vuestra Señoría muy Ilus– tre con la carta respuesta al rebelde tuve el cuidado de traer mu– chos papeles que le pude substraer, y recoger, como fueran una carta de mas de doce fojas, fuera de la que yo truje, otra original, y tanto escrita a Arequipa, sobre el estado de Vuestra Señoría Muy Ilustre, otra de convocatoria sobre los Curatos, y otros edictos, car– tas, y peticiones sueltas donde le trataban sus capitanes y otros casíques de Vuestra Señoría Vuestra Exelencia, Vuestra Alteza, su leal vasallo etcetera, y aunque estuve en lo último de perder mi vida no me embarazé en predicar a la jente desde el Balcón de su vivienda estando su muger presente, y libertar eón mis lágrimas a los nueve sacerdotes y muchos españoles hombres, y mugeres, que estaban ya presos, y destinados para ser, incendiados, por el Pue– blo, que a toque de campana hizo juntar Micaela Bastidas segun representa la sertificación que manifiesto. Colgue su retrato en la horca, recojí sus libros de recopilación. Quinta de Indias los que se gobernaron, los que entregué al Señor Inspector con mas otras cosas que puede recojer.- Todo lo que <levo referido devia hacer assi de venida como de vuelta, con aquella seriedad y pureza, que el caso pide, con el destino de que todo se dirigiera al govierno de las columnas, y captura del rebelde traidor, como de hecho se logró con mi aviso, pues quando salió derrotado unos pocos logra-
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