La rebelión de Túpac Amaru
252 GUILLERMO DURAND FLOREZ logré haserlo de su emisario al Cuzco de que tengo corrida deli– gencia ante el Señor Visitador General Don José Antonio de Areche, y rubricada por su señoría. Bien pudiera haver hecho maior re– sistencia a mi Ilustrísimo Prelado humillándome en grado supre– mo, aunque huviese sido con detrimento de mi persona, como me aconsejaron muchos impuestos de mis causales; pero como te– nia a la vista el medias et obedire, quom sarificare, y como favo– rese Dios al Obediente, ofreció en grado heroico el mérito de es– te, que el de víctima, pues obedecía a Dios, por ser los prelados órganos del Espíritu Santo, por donde dimanan sus altas Provi– dencias, y Dispociciones. No fueron convin~centes mis escusas para que el celo bigilante, y fervoroso deseo de mi Ilustrísimo Prelado, dejase de compelerme a la conquista de las Almas por justos mo– tivos que tuvo, los que omito para su tiempo. Acampeme en el pue– blo de Quiquijana, y noticioso sus moradores de mi transporte al Collao me insinuaron asuntos tan temibles de los que dí sumaria información, ante los Jueces Reales del Lugar la que en devida for– ma presento, que leido su contesto tributa un justo reselo y moti– vo suficiente de detención hasta verme con mi prelado; Mas no por esto se resfrió mi espíritu, y desmayó mi aliento, antes acrisolan– do mas bien mi obediencia pasé adelante para que siendo del agra– do de Dios fuese honorífico el sacrificio y odorifica la víctima.– Bien sabía el Aposto! San Pablo cuando misionero en Efeso que por llevar la palabra de Dios rendida obediencia, le aguardavan en 1 Jerusalem, cárceles, tormentos y angustias,, mas estimando en nada sus tribulaciones, no biso tanto aprecio de su espíritu, que de él, hasta consumir su curso evangélico, que havia resivido del Señor, Bien conocía yo que hasta llegar a mi doctrina havía de es– perimentar sosobras, y que en Azángaro de encontrarme con los Tupa Amaros, sus sequaces, guiado de mi obediencia se havia de evidenciar el peligro próximo de mi vida, para verle a la muerte, rostro, a rostro, otro que Jacob a Dios : vidi Dominum facie ad faciem: Mas no quise apreciarme en mejor esfera, que los mios ni progenitores, y assi despreciando los desa tres que me ofrecía el tiempo jiré rendido poniendo toda mi confianza en Dios quien me havia de proteger, y amparar en mis tribulaciones, a su si rvo, y Ministro (aunque tan indigno) hasta llegar y cumplir lo manda– do por mi Superior, y decir con el Aposto! si Deu pronobis quis contra nos? Apenas entre el Doctor Don José de Aria Cur propio de Cabana, y mi ayudante el Padre Fray Domingo Castr L tro d Teología nos haviamos apartado a la morada d Di go Tupa Amaro,
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