La rebelión de Túpac Amaru
LA REBELION DE TUPAC AMARU 267 y en este interbalo de mi prición llegó el Licenciado Don J osef Sa– uaraura, a este Pueblo en compañía del Lizenciado Don Juan Bau– tista Morán, cura Coadjutor del Pueblo de Hururillo, de quienes oí decir que venian presos por auto y carta del enunciado rebelde, y por sersiorarme me ratifiqué de ellos quienes me dieron cuen– ta del modo de su venida, y porque: Pasados algunos dias el pre– dicho Eclesiástico bajó al Cuzco llebando carta del referido Tupa Amaro, y al tercer día de su ida se vió en este Pueblo, como el dicho Don Josef había predicado en Quiquijana exortando a la gente que sin perdida de tiempo se pasaran a las tropas españolas, y que no lo haciendo morirían todos, con estas nuebas quedaron todos pi– cados de suerte, que los Eclesiasticos con prezos mios oimos decir que lo traiyan de pricionero agarrado de su Santo Christo, y tal vez pensamos que lo hubiesen muerto según andaban en negocios tan afanados sus sequaces, y aleados, mas no se el modo o como inter– nó a la ciudad. Quando regresó ví que no le hizo aprecio ni se mos– tró correspondido a su trabajo, antes muy sentido, y enojado, le hizo muchos cargos, y según le ví presumí que pasase a otros exce– sos disonantes aun haviendo venido en Compañía de su tio el cura de Umachiri. También certifico como un dia domingo despues de comer nos tubo recojidos a todos los sacerdotes que fueron tres curas, dos Religiosos, y dos clérigos dentro de su casa su muger Micaela Bastidas, quien mandó tocar a entre dicho, y juntada que fué toda la gente asi hombres como mugeres, mando publicamente que nos incendiaran en consorcio de los españoles presos sin exep– ción de persona alguna dando a entender a la gente que nosotros los Eclesiasticos trabajamos contra ella, su marido, y toda su familia, que por causa de los sacerdotes, apretaban las tropas españolas, y que no sería de razón que mµriendo ellos queda– sen libres otros a que salió intrepido el referido Don J osef al balcón de su mesma caza estando presente ella, y yo a su lado contradi– ciendo a sus razones en alta voz donde predicó, y exortó a toda la gente diciendo que los sacerdotes eran Inocentes y Ministros de Dios, Vice Dioses en la tierra a quienes no devian tocarles siquíera porque Dios era el defenzor de ellos, y que si por sus grandes cul– pas los llegaran a maltratar, o matar, la sangre de ellos buscaría Dios de entre sus manos, que llobería fuego del cielo, y se abrería la tierra, y los tragaría, que a unas personas, que se salbavan sus almas, no devian tratar mal, ni derramar su sangre, y que ellos por defender la fee, y ser de la parte del Rey Nuestro Señor, a que también ellos devian seguir como unico Monarcha estavan pade– ciendo todo este tiempo como vian sus ojos, pues no tenian culpa
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