La rebelión de Túpac Amaru

268 GUILLERMO DURAND FLOREZ alguna cometido contra Tupa Amaro, sino eran embustes, o mala ynteligencia de ellos mesmos, de todo lo que los Yaias decian, y predicaban, y en caso de ser muertos havian de rendir sus vidas como manzos corderos, a que estaban promtos todos los sacerdo– tes presos: esto y otras cosas dijo con grandes lágrimas, a cuya acción se compungió la gente, y se amayno por entonces. Tambien sertifico, que la tarde vispera de la entrada de los españoles a Tin– ta estand~ todos nosotros retraidos en la Iglesia binieron a avisar– nos como Micaela Bastidas, con otras mugeres, y algunos Indios lo apresaron al dicho Don IJosef Sauaraura, que benía corriendo asi a la Iglesia, y lo metieron a su caza no se con que fin, y luego que salieron de juida se escapo tal vez lo hubieran muerto, segun con– to el, el mal estado en que se havia hallado, todo lo que tengo dicho es cierto Publico, y notorio, y juro; in hervo Sacerdotis tacto pectare, y me ratifico tantas veces quantas el derecho me permite, y ciendo preguntado prometo decir lo mesmo en cualquier tribunal que me presentare, y doy esta a pedimento del predicho eclesiastico en este campamento de Tinta en nueve de Abril de mil setecientos ochenta, y uno.- Pedro de Landa. Otra.-Certifico y doy fee en cuanto pueda, y aya lugar en dere– cho. Yo el Licenciado Don Domingo Sotomayor cura Coadjutor de esta doctrina de Quiquijana, por el Ilustrísimo Señor Doctor Don Juan Manuel de Moscoso, y Peralta, dignísimo Obispo de esta Dióce– sis del Cuzco mi señor, que aunque me ocupaba en predicar al Pueblo sobre la Sisaña del Rebelde de Tupa Amaro siempre con animo de erradicarla como leal basallo de Su Magestad nunca pude conseguir este fin por todo cuanto yo decía lo entendian al rebes y siempre aunque les persuadia con razones nunca querian asentir a mis pro– puestas, antes me amenazaban con la muerte por decir que yo era contrario al rebelde Tupa Amaro: este mismo giro llevaba el Licen– ciado Don Pedro Solís ni entre ambos podiamos conseguir algún consuelo para sugetar al pueblo al Rey mi señor antes abiertamente decian que havian de morir a manos del Rebelde, y en este interme– dio, que desconsolados estábamos sin poder que hacer llegó el Li– cenciado Don Josef Sauaraura, de la Casa del Rebelde, traiendo un pliego que dixo ser para el Señor Avilés, cuio rótulo vi, y havi ndo visto en dicho Señor el deseo tan vehemente que traía de dar cu n• ta por menudo del estado, y cosas del rebelde, le dixe, que como tan leal bassallo de su Mag stad, y si ra cierto el deceo qu traia de sacrificarse se le havian de seguir, y el d lito que cometian, y la pena de muerte en que havian de incurrir sin ex pción de p r o-

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