La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

64 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco los hospicios de su tránsito, causando notables gastos y desasosie– gos á los conventos que se empeñan para ella (y á los religiosos que están fuera de la clausura, como se ha dicho, obligándolos salgan á los caminos á dar hospicio y algun obsequio, por no ser re– cogidos) , y con los caudales que llegan a tener, hacen fábricas os– tentosas, como se han visto en la capital de Lima, y buscan diver– siones muy ajenas del estado religiosos, con grandes escándalos de las repúblicas, sobre que no se puede omitir el que hizo un comi– sario de San Juan de Dios en la ciudad del Cuzco, que pudo ocasio– nar muchos males. Este fué el de haber obligado al prior y frailes de su convento á que le obsequiasen en una casa de campo con músicas y saraos, en celebridad del dia de su exaltacion, para lo cual condujeron muchas mujeres públicas rameras, que habian de quedarse por tres días en aquella desordenada mansion, lo que se hizo notorio en la ciu– dad, y se vió obligado un alcalde á pasar con gente armada á evitar aquella desenvoltura, cuyo acto se intentó impedir por el comisario y sus frailes , que se armaron y pusieron en defensa con armas ofen– sivas y defensivas, lo que dió lugar a usar el alcalde y su auxilio de la fuerza, de que resultaron algunas heridas, pero consiguió el fin de deshacer aquel insolente desacato, que tenía en el mayor es– cándalo al vecindario. 164. Otro comisario de la misma religion, no .ménos escandalo– so, sacó de esta ciudad á una mujer, su manceba, y la Üevó a una hacienda de su convento, distante siete leguas, en la provincia de Abancay, gobernando, como corregidor de ella, D. Gregario de Via– na, y habiend~ éste sabido que la condujeron los frailes y varios ·in– dios con mucho alboroto de tambores y flautas ,instrumentos de que usan en sus festejos, tuvo por conveniente noticiárselo al Obispo, sin embargo de no correr con armonía por asuntos de defensa de la Real justicia, para que éste, como superior prelado, remediase el escándalo; pero habiéndole respondido que no queria mezclarse en el asunto, se vió precisado Viana á tomar la providencia de escribir carta al Comisario, previniéndole que incontinente con el mayor si– gilo despachase á la mujer á la ciudad de donde la había sacado pa– ra su indecente diversion, sin que la acompañasen religiosos, y que caminase de noche para evitar el escándalo, y lo practicó conforme á esta prevencion, quedando contenido ~n algun modo en aquella provincia, aunque fue notorio que en otras partes usaba su vicioso desenfreno, y que lo conseguía á costa de las muchas cantidades de plata que sacaba de los conventos, con que logró permanecer mu– chos años de comisario, manejándose con total descaro en paseos y

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