La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 65 juegos públicos de dados, en que asistia, quedándose sin recoger en muchos dias á su convento, y llegó al término de dar comunicacion de su celda á una oficina que salia á la calle, para introducir con más libertad á su concubina. 165. Con los malos ejemplos que dejan estos prelados superio– res, los tienen los inferiores y sus súbditos para posesionarse de es– tos detestables excesos, y se preocupan de tal modo en todo los puntos del interes que no excusan medio alguno para adquirir y tener cau– dal, porque con él franquean la puerta á sus ascensos, y consiguién– dolos por este interesado cámino, entran á las prelacías con la de– terminada resolucion de desatender á los súbditos, escaseándoles el alimento y vestuario, y todo lo demas necesario á su subsistencia, y publican los gastos que han tenido y dádivas que han tributado sin el menor recato, experimentándose esto en los conventos cabe– zas de provincia, en que es preciso permanezca el número de reli– giosos que sigan la conventualidad y estudios; que en los otros que– dan muy pocos e inválidos, como ya está expresado, y pór la sol– tura y libertad que conceden á los demas. 166. Es cosa lamentable el ver á los frailes empleados en pro– fanos manejos, y muchas veces en trajes de seglares, causando me– nos respeto á su estado, y escandaliza el oír las negociaciones pú– blicas que hacen, de que hay auténticos instrumentos; se celebró uno en el Cuzco por un religioso de la Merced con un comercian– te, á cambio de la ropa que llaman de la ~ierra, que labraba en chorillo de su manejo, que pasó de cien pesos; y otros religiosos de la misma religion tienen iguales tratos en fincas de esta especie, y tambien le tienen los de Santo Domingo y San Agustin, ocupados todos en públicos contratos; causa dolor el verles frecuentar las ca– sas de juego, y que llevan á ellas porciones de dinero, y se quedan días y noches en estos ilícitos pasatiempos hasta deshora de la no– che, y quedándose muchos a dormir fuera de su convento, asalta– ron su celda los pocos frailes que quedaban en el convento, y le ro– baron quince mil pesos, que compartieron entre ellos, negándole la obediencia, porque no los mantenía ni daba licencia para que estu– viesen fuera de su convento miéntras no le contribuían cantidades que les era imposible; practicaron otros procedimientos que nece– sitó atemperar el corregidor, y habiendo llegado de allí á poco tiem– po un visitador, trató sólo de la devolucion de la plata del Prelado, y que quedasen las cosas en el estado que ántes tenían, y cuando debiera estar más inhábil para estos empleos, quedó más proporcio– nado á ellos con el caudal que se le devolvió. En el mismo conven– to hubo otro prelado que permitía salir á los novicios, tasándoles por
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