La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
120 INFORME RELACIONADO DEL CABILDO DEL Cuzco nifestándose celoso y amante del mejor servicio de V. M., y alen– taba á sus dos ayudantes á su constante permanencia, de modo que todos los párracos de la provincia de Chumbibilcas cumplieron sus obligaciones, pero sin embargo el crecido número de los partidarios de los rebeldes, la sojuzgaron hasta hacerse dueños de todos- sus pueblos, y siendo por ellos el tránsito preciso para la ciudad de Are– quipa, quedó cortada su comunicacion. Abundaban los calabozos y cárceles de reos conducidos de Calca, Urubamba y Chica, y otras espías y emisarios aprendidos por las guardias avanzadas, y no abas– tando á las substanoiacion los auditores de guerra doctor D. Fran– cisco Javier de Olleta y licenciado D. J osef Zaldívar y jueces ordi– narios D. Márcos de la Cámara y D. Sebastian Ocampo, se confirie– ron comisiones para ella á los coroneles D. Isidro de .Guisasola y D. Faustino Alvarez de Foronda, Conde de Vallehermoso, y pronuncia– das por todos las sentencias conformes á los delitos, se fueron eje– cutando, verüicando en algunos el último suplicio para ejemplo y terror de los rebeldes. Sin embargo de estos escarmientos, crecía el orgullo de los enemigos, y principalmente el ejército que mandaba Diego Tupac Amaro tenía cercado el apreciable asiento de Pancor– tambo, y cortada toda comunicacion con esta ciudad por aquella par– te, sin que se pudiese saber el estado de defensa, aunque se con– fiaba ésta de la buena conducta, valor y disposiciones del comandan– te D. Lorenzo Lechuga, y llegándose á reconocer bajaban algunas partidas para insultar de nuevo las poblaciones de las riberas de Cal– ca, Urubamba, Pisac y Lamay, fué preciso remitir tropas, confiando el mando de ellas á D. J osef Antonio Vivar, que hizo su principal fuerte en el puente de Urubamba, único que convino mantener, y llegó a poner aquél atrevido rebelde sobre ocho mil hombres en la plaza de Pisac, intentando vadear el rio para pasar á esta banda y venir á reunirse con el grande ejército de su hermano por 1a parte del cerro de la fortaleza, á que dirigió siempre sus pensamientos. Aspiraba ya á más el inicuo José Gabriel, y teniendo junto un grueso ejército, que, segun las más iguales noticias, pasaban de se– senta mil hombres, determinó venir á apoderarse de esta ciudad ántes que llegase el auxilio de tropas y armas de Lima, y entran– do por los pueblos de la Quebrada, de la provincia de Quispican– che, hizo en ellas desapiadadas muertes en los infelices que no pu– dieron retirarse. Robaba las haciendas en sus frutos y ganados, pu– so fuego á muchas casas de españoles, y haciéndose reconocer de los indios en calidad de príncipe, obligó á los curas que se mante– nian en los pueblos, á que le recibiesen en sus iglesias bajo· de pa– lio y le cantasen el Te Deum, como se hizo en algunas sin resis-
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