La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

122 INFORME R ELACIONADO DEL CABILDO DEL C UZCO rataron y pusieron en fuga, dejando en la campaña más de tres– cientos muertos á costa de la pérdida de dos de los nuestros, á cuyo feliz suceso contribuyó la animosidad con que se esforzó el teniente coronel D. Pablo Astete, que llevando ·á su ~argo la buena gente de Pancartambo, se anticipó á explorar el campo, · y fué el primero que empezó el combate, y siguieron su empeño el coronel D. Santiago de Allende con su cuerpo de caballería y los capitanes D. Francisco de Picoaga, D. Damian de Lamadrid, don Ramon Tro– conis, D. Martin de Concha, D. Mariano Viana, don Pedro de Con– cha, con otros oficiales voluntarios, que alentando las tropas con el ejemplo de ser los primeros que hacian frente, operaron todos va– lerosamente,, con lo que se le desvanecieron al enemigo las pre– sunciones de ocupar por aquella parte el ventajoso sitio á que an– helaba, se les escarmentó y desanimó á sus atrevidos indios, de los que desertaron esa noche un crecido número, y trayendo consigo al– gunos prisioneros españoles, lograron éstos ponerse en libertad y venir á esta ciudad á dar noticia de otras disposiciones del rebelde, con que se hizo enteramente dichosa esta funcion. Al siguiente dia, 4 de Enero, se reconoció intentaba bajar por la quebrada nombra– da Cayra, adelantando algunas partidas, pero se hallaban á la vis– ta otras nuestras de la caballería ligera de Allende y tropas del dia anterior, que se habian reforzado con cuatro compañías de caballe– ría al mando del coronel Rocafuerte, con los capitanes D. Mauricio Clarós, D. Narciso Campana,D. Melchor Pardo de Figueroa y D. Pe– dro Martinez, á que se unian una de Andaguailas y otra de mula– tos de Lima, al mando de teniente de ejército D. José Varela, con el coronel agregado D. José Eduardo Pimentel, Y. alguna gente dis– tinguida voluntaria, que recibieron con el fusil á los enemigos, y matándoles ocho hombres, se retiraron precipitadamente, y siguió todo su ejército por las alturas de los cerros que circuyen esta ciu– dad, haciendo ostentacion de su artillería con repetidas descargas, que dieron á conocer servian de seña para llamar á su partido á loo indios de ella, lo que no consiguió, porque se mantuvieron lea– les, ya fuese por su fidelidad, ó porque hallándose acuartelados los caciques y principales, como se dijo al principio, estuvieron impe– didos para su union, y perdida esta esperanza, hizo desmayar mu– cho á t odo su ejército, que caminaba confiado con la alianza que suponia tener con todos los indios habitantes de est as parroquias. Como ya este cabildo y su junta de Guerra cesó en la expedicion de providencias, y competian al nuevo comandante, procuró ceñir– se á las de su obligacion; pero no perdiendo de vista su celoso cui– dado para cuanto condujese á la defensa, acordó · con su ayunta-

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