La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

XVI c. D. V ALCÁRCEL Cada etapa reune a un grupo de peruanos representativos aun– que, por lo reducido de su extensión cronológica, los principales per– sonajes del lapso inicial tengan un papel predominante y vario en los siguientes momentos. Por otra parte, cada etapa no posee un carác– ter excluyente, indicando un simple predominio de ciertas modali– dades típicas. La etapa absolutista descubre aspectos larvados de un futuro progresismo liberal y, desde la perspectiva hispánica, una in– quieta previsión del naciente separatismo criollo, aún nebuloso pa– ra este grupo, pero que ya es entrevisto por los peninsulares; miem– tras en las posteriores etapas constitucionalista y separatista co– existen supervivencias de estados anteriores, como lo indican las ten– dencias ultramontanas de nuestros constitucionalistas y los conatos monárquico - constitucionalistas entre los independientes, respectiva– mente, inefable entrecruzamiento de tendencias que son un antici– po de nuestra historia republicana, contradictoria y confusa.· Cronológicamente, la etapa absolutista abraza desde comienzos del XVIII hasta fines de la primera década del XIX. Esta caracteri– zada por una tendencia política monárquico-absolutista y por la in– fluencia cultural francesa que modifica, de manera lenta pero inin– terrumpida, el complejo histórico peruano y las ideas básicas de sus futuras generaciones en dos partes harto diferentes: a) un Absolutis– mo Tradicional, y b) un Absolutismo Renovado. El absolutismo tradicional señala la presencia inicial del lapso afrancesado y el habitual reflujo de anteriores etapas ante las dife– rencias de formas de vida que trajo la nueva dinastía. Está tipifica– da por la tensión entre los grupos ultramontano y regalista. Aun– que representa una continuidad de la etapa austríaca anterior, re– fleja concomitantemente las disposiciones de gobierno adoptadas con respecto a las Indias Occidentales por Felipe V y Fernando VI. Sus aspectos más ostensibles se patentizan en el aspecto económico, a través de la competencia inglesa y del comercio ilícito. El absolutismo renovado o progresismo "ilustrado" trae en es– pecial lo que algunos partidarios de las nuevas ideas hicieron en la Corte de Carlos III, decisiva etapa que en el Perú tienen como gru– po social de iniciación a los criollos y a ciertos peninsulares ame– ~canizados de tendencia liberal. Ahora la tensión será entre ultra– montanos e ilustrados. Lo que se hizo y sugirió posee un marcado carácter social, al margen de actitudes políticas todavía prematu– ras. Es la clásica insurgencia y predominio de un despotismo ilus– trado americano a través de los virreyes, bajo cuya influencia apa– recerán súbitas e inefables acciones y repercusiones imprevisibles

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