La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
R~LAClÓN DEL Cuzco 161 este modo no ha prolongado mas su existencia que la de su Inven– tor; con el parece que nació, y con el se sepultó. Le era tan fami– liar, que jamas dexaba de destilarle de la pluma; y se le habia he– cho como una especie de monotonia; variaba en verdad las ideas y las imagenes, pero jamas variaba el sublime modo de decir, que al– guno querría no hubiese adoptado en obras que no eran de igual orden. Despues de el, nos ha repetido Lima, que es la que nos dá aquí la ley del buen gusto, otras buenas relaciones. La Lima Gozosa merece aprecio por su estilo, amenidad y erudicion tan digerida que la tenia hecha propia substancia. Seria de desear, que en todas fue– se mayor la perspicuidad. Se carga la mano en alusiones, que no todos entienden, ó no tienen presente el objeto del reclamo: se usan voces, que piden por instantes un Diccionario: se afecta no llamar las cosas por sus nombres; y olvidados los Autores del Sicum sicum, scapham scapham, nos intro- 1 6 ducen en un idioma copioso, qual es el Español lo que solo podria pasar en el escaso. Asi quando no se añaden difusísimas notas, que tienen como ahogado el texto, el po– bre Lector lo paga. No hay valor para pasar llanas enteras con so– las dos ó tres lineas de texto, y todo el resto de interminables No– tas: parece que se afecta obscuridad para darles lugar. Así se com– pila erudicion a manos llenas, y parece que se evita la censura de que mucha de la que se trahe viene dislocada. El que escribe es jun– tamente Autor, y Comentador de su obra. La regla del sabio Fene– lon es, que un Autor, debe hazer mas por los Lectores que por si mismo, y que su sublime sea tan familiar, que cado uno crea, que tambien lo tendria, aunque sean pocos los que lo alcanzen. En ver– dad este mismo Sabio, en su estimabilísima carta a la Academia Francesa quiere que las Lenguas adopten todas las palabras corna– das, aunque sean extrangeras; pues todas las Lenguas hoy vivas, na– da mas son 11 que una mescla de Griego, Latín, Tudesco, Arabe; pe– ro no ha de ser tan general esta licencia. Si el idioma propio tiene voz igualmente expresiva de un objeto, porque se ha de pedir la es– trangera, solo para que se conosca, que se entiende su idioma? To– mese lo que se pudiera del idioma estrangero; pero sea para hazer el nuestro mas claro, mas corto, mas harmonioso, puesto que toda cir– cunlocucion debilita el discurso. La naturaleza de estas relaciones, no admite discursos pateti– cos, raciocinios sutiles, moralidades severas, descubrimientos raros, 16. ms. ff. 8. 17. Entre lineas la palabra subrayada.
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