La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

XVIII c. D. VALCÁRCEL consecuencia de la novísima ley de imprenta, promulgada por las Cortes a fines de 1810. Entre nosotros se da el caso que sea durante el gobierno del Virrey Abascal, campeón del absolutismo sudameri– cano, cuando empieza a funcionar este elemento característico de los regímenes democráticos. El hecho se explica por el entrecruza– miento histórico entre la acción contrarrevolucionaria de Abascal y el liberalismo imperante en la península. Mientras el absolutismo y el constitucionalismo son fases de un mismo proceso del Perú virreinal, al separatismo constituye una ·etapa de radical diferenciación política, típica de la aparición de un nuevo Estado, de una persona colectiva que insurge en el concierto mundial. Sin embargo, la secesión política del Perú representará el triunfo de la clase criolla y de los mestizos, en su mayoría abogados, eclesiásticos, militares, médicos o funcionarios. Los 1ndios seguirán todavía con su servidumbre y pesadas cargas coloniales, y la escla– vitud del negro persistirá a despecho de teóricas declamaciones. Por ~sto, la justicia social constituye un tópico postergado en la eman– cipación política separatista posterior, siendo un problema de la Re– pública trató y está solucionando en el momento presente. ·caracteriza al momento de la Emancipación separatista el aban– dono de objetivos de paulatino mejoramiento, basados en la graCia real o en la Constitución monárquica, y la vigencia de soluciones de fuerza ante la imposibilidad de un entendimiento pacífico. Su gran objetivo es la independencia política, férvido anhelo que oscu– r~ce la importancia de los problemas inherentes a la independencia social. Favorece ese predominio, el hecho de estar liberada políti– camente la casi totalidad de América y haberse divulgado en forma extensa las ideas provenientes de la Revolución Francesa. A esto se añade la conveniencia inexcusable de que el foco contrarrevolucio– nario sudamericano ubicado en el Perú fuese eliminado de una vez por todas para seguridad de los Estados recién constituídos. Es típico pues, de las dos primeras etapas peruanas: absolutista y liberal o ultramontana y progresista, constituir un reflejo de acon– tecimientos metropolitanos, con sus explicables variantes locales. Por el contrario, en la etapa separatista se nota una enorme dife– rencia. En España la tensión y enfrentamiento entre los grupos humanos es análoga a la de .comienzos del siglo (constitucionalistas contra ultramontanos), mientras en el Perú la pugna será ya entre colonialistas e independientes. El levantamiento de Tinta correspon– de al lapso del absolutismo renavado o "ilustrado,,.

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