La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
410 ESTADO DEL PERÚ Ni tampoco carec10 Buenos Aires de valerosos atletas natura– les, que ·a brazo abierto defendiesen la Real Corona de ESpaña; se señalaron muchos caciques nobilísimos, descendientes de la real san– gre de los Incas, sobrepujaron el invicto Calisaya y don Manuel de Chuquimia, gobernador de Copacabana; éste entró en competencia con Apolo y Orfeo, afamados músicos; pues si éstos, como dicen Ho· racio, Eusebio Cesariense y otros, con la fuerza de su divina poesía y suavidad atractiva de su vihuela, o cítara, arrancaban de raíz los árboles, sacaban de su asiento las grandes peñas, detenían las rápi· das corrientes de los ríos, y suspendían las ligeras aves que por el claro aire iban volando. Chuquimia, otro que Anfión, con el extraor· dinario concierto de su tan sonado órgano bélico (11), hizo que los hombres feroces y agrestes, que rebeldes y remontados ocupaban los climas y lugares más ásperos e incultos, viviesen vida humana, re– ducidos a razón y policía (12), porque al sonado eco de su instru· mento, no pudiendo contrarrestar de vencidos, tuvieron por reme– dio el humillarse. · Ninguno puede apercibir la corona de sus merecimientos, decía el Apóstol, sino aquel que legítimamente cant6 victoria de sus ene– migos; y si en legítima lucha bregaron estos valerosos Martes, de– f endiendo el honor de Dios, del Rey y de la Patria, con evidente pe– ligro de sus vidas; y alcanzaron victoria a fuerza de sus armas, como comprueban sus hechos y decantan sus empresas (13); luego es de razón y de justicia el que también celebren sus triunfos. Y, hoy que se restituyen, gloriosos, al amable abrigo de la Patria, ocupen los re– fulgentes solios de sus merecimientos; disfruten los carros triunfa- . les, habidos por sus hazañas; reciban, con el mayor aplauso, los aga– sajos, los festines y asambleas; imiten en grado más heroico a los Césares, Aurelianos, Pompeyos y Marco Antonios, que si estos pre– excelsos príncipes ostentaron sus grandezas tirados de los cierv-OS, o elefantes, o leones, mas los invictos americanos ostenten con todos, de golpe o con alternativas, por la variedad de sus triunfos victoriosos. (11) Don Manuel Chuquimia, en La Paz, de los fusiles viejos, verbo cañones no más, hizo un ardid de ir amarrando uno con otro hasta 30 ó 50, en dos palos a manera de órgano estaban puestos; hacia poner en algún alto, cerca de algún montón de indios; pegaban (fuego) con una · mecha por un canto, corría la seba a todos, y asi descargaba de golpe; de éstos tenía. varios. Este es ese órgano de Chuquimia muy sonoro. (12) Con este órgano y su mucha gente rodeaba los pueblos, y no quedaba ni uno; y a los cerros más elevados, con este ardid, daba avan– ce. No hay persona de La Paz que así no .cuente. (13) Todas las tropas nuestras, en lo má.S fuerte del alzamiento, se estaban paseando en todo el Callao. Diego (Túpac Amaru) e.<;.ea.pó en La.n· gui, porque del pelo los suyos lo arrebataron, cerro arriba, y smo la tropa de Paruru lo pesca.
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