La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
ESTADO DEL PERÚ 413 Restitúyase, pues, Vuestra Señoría Ilustrísima a su amada Dió– cesis, a su apreciado Perú, al regazo de su inconsolable grey, glo– rioso y triunfante con el honor y aplauso más sobresaliente, no lu– ciendo su propio interés ni buscando encarecimientos; pues lejos es– tá Vuestra Señoría Ilustrísima de apetecer tales fines; porque todo el connato y desvelo de su afable corazón, siempre ha sido propen– der el aumento, grandeza y mejor dominio de nµestro Monarca y Señor. Con que, sin la menor duda, es Vuestra Señoría Ilustrísima vivo prototipo de aquel flámeo querubín que, galante y revestido de celo, venía en el haz o frente de un carro triunfal que vió Exequiel (19); en el cual, bajo de solio, estaba una Majestad o su semejanza, coronada de un iris hermoso, símbolo de la paz; tiraban a este mis– terioso carro unos animales todo ojos, o todo lleno de ojos; las rue– das tenían vista, y en cada pestañear daban salud; finalmente, ese mismo edificio era todo ojos, o porque el Querubín, príncipe de su consejo lo estaba, como quiere Teodoreto, o porque el carro los te– nía, como siente San Gerónimo. En fin, esa hermosa y pomposa argentería era todo ojos, porque era todo beneficios y misericordias; pues con los que se partían, caminaba; con los que se quedaban, se paraba; con los que se sublimaban, se elevaba; y todo su amable fin era ser el amable fin de todos: quia spiritus vite erat in retis. Y si, accomodative, se llega a inquirir precisamente, diremos que ese misterioso carro, teatro de misericordias, es el real Trono de Espa– ña; y la Majestad o su semejanza que coronada de iris la ocupa, es la Augusta y Sacra Majestad del Señor Don Carlos III, o Su Ex– celencia como su real prototipo, y el celoso y galante querubín que en el frontispicio del carro se ostenta, es infaliblemente Vuestra Se– noría Ilustrísima, como príncipe de su Consejo (20), defensor y guar– dia de su Sacra Majestad; todo ojos, porque está hecho ojos en to– do lo que es servicio de Dios, del Rey y de la Patria; y en el fron– tispicio del carro, porque es el desempeño de la real clemencia de todos sus lugartenientes y demás reales ministros que ocupan su majestuoso nombre, quienes son todo ojos, o están llenos de ojos. porque son todo piedades para con esta su infeliz América. Pues triunfe Vuestra Señoría Ilustrísima, cual otro Elías, o ese hermo– so querubín flameo en el frontispicio del real carro, hecho guía he– cho norte de los más leales y victoriosos atletas, que gustoso y pla– centero ha fecundado este ilustre, leal y noble Imperio meridional, quedando al mi$mo paso el amor y sobresalientes servicios de Vues– tra Señoría Ilustrísima vivos ejemplares para saber servir, sin fa- {19) Ezech. 1-28. (20) Me parece que no todos los ilustrisimos eñores obispos son del Con.sejo de Su Majestad.
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