La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
414 EsTADO DEL PERÚ liga, a Dios, al Rey y a la Patria, otro que los valerosos romanos, cuyos triunfos y victorias engrandecieron en un tiempo a la Reina del Orbe, la ilustre Roma. Ahora veo que, con justa razón, todos los señores del Real Con– sejo (21) aclamaron a Vuestra Señoría Ilustrísima, ante su Majes– tad "nuevo restaurador del Imperio", al tiempo de proveerse la mi– tra del Arzobispado de La Plata, por estar todos los dichos seño– res cerciorados e informados, plenamente, de los leales y grandes servicios con que Vuestra Señoría Ilustrísima se ha empleado a fa– vor de nuestro amabilísimo Monarca y Señor. He tenido por conveniente, Ilustrísimo Señor, explanar por ex– tenso los laudables hechos de Vuestra Señoría Ilustrísima así, por– que todo es de pública voz y fama, como por patentizarle a la ma– ledicencia y convencetla; pues con el motivo de haber bajado Vues– tra Señoría Ilustrísima a la Ciudad de los Reyes, ha abierto tanto cauce para decir tanto, que no hay oídos para oír, corazón para sen– tir, ni ojos para llorar por lo que, como su más humilde y rendido súbdito, me he visto no sólo precisado, sino obligado en concurrir, siquiera en un ápice, en la defensa del honor tan recomendable de mi ilustrísimo Prelado Señor, exponiendo con mi t osca pluma y mi rudeza lo que siente doloroso mi ardiente corazón, entre tantos es– clarecidos y sabios que han cogido, con el mayor empeño, la defensa de· su esplendor y grandeza. Bien pudiera mi humildad no extenderse a más de lo que la san– ta obediencia me ordena; pues reconozco que lo demás ya es trans– gresión de precepto, y por esto digno de ser remunerado como cul– pado; pero como la ley de defender el honor de Vuestra Señoría Ilustrísima pesa más, me he expuesto a hacer lo que no debía co– mo .obediente, mas no como amante, que entonces cabe ya la epi– queya ( ?) de la Ley. No son mis aserciones y propuestas, Ilustrísimo Señor, énfasis o sofismas con visos de lisonja, que a ser. así, a más de ponerme ba– jo el más ruin desprecio del Mundo, sería también echar una den– sa nube a los lucientes y claros servicios de Vuestra Señoría Ilus– trísima, y por lo consiguiente perdimiento de respeto a la más rec– ta y· seria dignidad de Vuestra Señoría Ilustrísima; y como mi pe– queña demostración de amor cede en loor y defensa del recomen– dable honor de Vuestra Señora Ilustrísima, me ratifico una y mil (21) Corrieron muchas papeletas de señores distinguidos. Fué muy .singular el júbilo de su amada América y de su apreciada clerecía.
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