La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

420 INFORME SOBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 sirviese como de precursora que allanase los caminos del Señor, aba– tiese los collados de la impiedad, superstición e idolatría, quebran– tase los cerrojos y puertas al abismo, y dejase libre el paso a la so– berana luz del Evangelio. De este modo quedaron alumbrados, como de repente, aquellos que no habían heredado de sus padres más que la obscuridad y con– fusión del engaño; habiendo estado desde tiempo inmemorial senta– dos en las tinieblas y sombras de la muerte, sin que pudiesen echar de ver su miseria y menos buscar el remedio que el cielo les ha– bía preparado en la virtud y celo cristiano de los Reyes de España. De aquí nació, Ilustrísimo señor, que cuando los americanos es- · taban más descuidados, cuando, según la expresión de Isaías, ni bus– caban, ni aún pre.guntaban por Dios, se les apareció este Soberano Dueño en la fe y piedad de nuestros invictos Monarcas y sus más fieles vasallos. Descubrieron los Reyes Católicos las Indias, llegan– do por este medio sus naturales a abrir los ojos para discernir las sendas de la verdadera y eterna felicidad. Adquirieron para sí los monarcas de España el dominio, y por este medio se acercó el reino de los cielos a todos los moradores de las Américas. Tomaron los españoles posesión de los metales y preciosidades caducas que contienen en sus senos subterráneos las Indias, pero recibieron en retorno sus habitantes la luz, la doctrina y la ense– ñanza de la sabiduría eterna, que los preparó y dió derecho a la herencia de las verdaderas riquezas e incorruptibles tesoros que ofre– ce el Señor a los que en las aguas del Sacramento que nos reengen– dra se alistan bajo de sus banderas, renunciando las obras del demo– nio · y pompas vanas del siglo y observando la Ley y Preceptos del Altísimo. ¡Oh, qué admirable comercio! ¡.Qué maravillosa conmutación de intereses y bienes inefables, para que estaban antes fuera de Ja senda y camino de toda verdadera riqueza y felicidad! Mas, no sólo adquirieron el imponderable interés de mejorar tanto de fortu– na en la adquisición y logro de aquellos eternos e inconmutables bie– nes, sino que les nació también con ellos, el claro día de aquella fe– licidad temporal que produce la vida sociable, civil y política; la con– versación racional y bien establecida, y la industria conocida y ejer– citada; pues el católico celo de nuestros Soberanos, y el desvelo de sus leales vasallos, no sólo se empleó en que los americanos fuesen instruídos en la doctrina cristiana, alumbrados con las luces de la verdadera religión, e ilustrados con los principios y medios de me-

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