La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
INFORME SoBRE LAS CAUSA. DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 423 no y estado sostenidos con tanta consistencia por los auxilios del To– dopoderoso, y por los benéficos influjos de la real piedad, y bene– ficencia, cuando actualmente reinaba el Grande Carlos III, cuya in– signe piedad, celo del honor y servicio de Dios, amor y atención a sus vasallos compiten con los heroicas reales prendas de sus más gloriosos progenitores, en la misma razón en que este monarca tan benéfico había dado a todas aquellas provincias de sus Américas las mayores y más convincentes pruebas de su católica rectitud, bon– dad y cariño particularmente .en las innmerables cédulas que ha– bía expedido a favor de aquellos indios sus vasallos; entonces fué cuando, no sé, si por el a·variento y ambicioso influjo de algunos de los habitantes en el Perú, acaso los más favorecidos, se levantó de improviso (aunque presumo que años antes premeditada) la más desecha borrasca que se haya visto en muchos tiempos y que puso en un fatal movimiento todo aquel espiritual temporal edificio eri– gido tantos siglos antes a esfuerzos de los mayores cuidados y des– velos cristianos. Entonces fué cuando aquel enemigo común que desechó y sacu– dió siempre el suave yugo de toda legislación y legítima sujeción, y que desde el principio dijo: no me bajaré a servir, non serviam, tu– vo por altos juicios, y terribles, divinas permisiones, la de insinuar– se en los ánimos de nuestros necios, que abusando de la real muni– ficencia, o no contentos con la inferior suerte, o mediana fortuna de sus antepasados, inquietos y abandonados a las furiosas leyes de sus caprichos y pasiones desregladas, conspiraron o cooperaron a que otros intentasen tomar la voz de quienes, según el real profeta, di– jeron: rompamos las prisiones y cadenas que nos han echado los que nos dominan y arrojemos de nuestro cuello el yugo de su autoridad: dirumpamus vincula oerum et propiciamus a nobis jugum ipforum; apartando ·de sí al mismo tiempo la debida sujeción a su legítimo soberano y señor natural y la dominación de Jesucristo, pues con igual paso parece caminaban en sus errados violentos procedimien– tos, la rebelión contra su rey temporal, y la impiedad contra su Sal– vador y Rey de las Eternidades. Comenzaron, Ilustrísimo Padre, a sentirse las consecuencias la– mentables de tan inícuos principiados proyectos en las funestas revo– luciones que se experimentaron desde el año pasado de 1780; y que verüicándose primero en la ciudad de Arequipa y en la de La Paz por el motivo de Aduanas, manife.staron sus tristes progresos en la sensible trágica muerte de don Antonio de Arriaga. Corregidor de la provincia de Tinta; y corrieron sin degenerar de su inhumana
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx