La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
426 INFORME SoBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 me ha parecido, que la bondad, rectitud, cristiano religioso celo de Vuestra Señoría Ilustrísima no se gravará en que exponga yo aquí, o inserte a la letra la confesión que hicieron los indios más rebel– des y criminosos, bien que los más ladinos, menos rudos e indis– ciplinados a la misma hora de llevarlos al suplicio en la ciudad de La Plata; y la que, aunque algo difusa, e.s sin duda la más verídica y sincera, (o no hay alguna de este especie que lo sea) , según el tiempo y circunstancias en que se hizo , y conforme a lo que yo mis– mo oí, inferí y presencié con horror y con dolor, en La Paz, en Oru– ro, Potosí, y en la misma metrópoli de los Charcas. Estando destinado por el prelado eclesiástico de esta misma ciu– dad, y por sus deberes propios de Párroco del Curato de San Se– bastián de ella el Doctor don José de Ribera, Cura de los más sa– bios y celosos que traté en aquel vasto arzobispado, (y que sin otras prendas que lo adornan, le juzgo acreedor y digno de la más reco– mendable atención, y de cualquier merced que la piedad de Su Ma– jestad quiera dispensarle), al auxilio y dirección espiritual de m·ás de ochenta reos de la mayor consideración, los cuales eran cabezas principales del motín y conmoción de Chayanta; y a quienes des– de el primer paso de su prisión hasta el último de su suplicio asis– tió incesantemente; por haber hecho punto de conciencia, según or– den de dicho prelado, el explorar con discreto, radical examen la verdad de las causas y motivos de sus execrables excesos; cuando, arrepentidos de ellos, los lloraban y detestaban con el más vivo do– lor y amargura de su corazón; y en aquella tremenda hora cual es la de la muerte, en que más que nunca se temen los juicios de Dios y se descubren los más secretos interiores sentimientos del alma ; llenos de confianza para con aquel eclesiástico, a quien miraban ca– si con ojos moribundos, como a su párroco, pastor y padre, oyó que le decían suspirando, de ésta o semejante manera en su idioma: «Tata (padre o señor) , los corregidores nos han tratado con tan– « to rigor e inhumanidad, que después de hacernos los más gruesos « y repetidos repartos, a veces de cosas o géneros totalmente inúti– « les para nosotros, no nos permiten siquiera aquellas t reguas más « regulares, sino que cumplidas las que a su antojo nos previenen « al punto con despojan de nuestros bienes reducidos a unos pocos « ganados y sus frutos, de que depende la subsistencia de nuestras « familias ; los venden a los precios más ínfimos o se los toman en « aquellos más útiles a su ambición ; y si no hallan los suficientes " para cubrirse con esta superabundancia, nos castigan con los más <crueles azotes, sin distinción de los que somos gobernadores o ca-
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