La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

430 INFORME SOBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 mira de que se hagan capaces de obtener los referidos ministerios; pues son muchos y graves los males que se han experimentado con– tra el bien común de los mismos indios por seguir la antigua cos– tumbre de sucederse unos a otros en dichos cargos por derecho de herencia o descendencia. Establecido éste, o semejante plan de gobierno entre aquellos naturales y proveyéndoles con modo racional y equitativo, de algu– nos ganados para la labor, y de géneros e instrumentos para la agri– cultura y manufacturas, (pues no se puede dudar que muchos de ellos, son por naturaleza muy poco laboriosos, muy desidiosos y hol– gazanes; y que es menester espolearlos para .que corran al trabajo, y hacerles entender que para esto han nacido, pues deben ganar S'U sustento con el sudor de su rostro), lo ·que sin duda influirá más que todo, en la mayor y más deseable paz y tranquilidad de los indios, y aún de los demás habitantes en aquellas provincias, mira a esta– blecer y radicar bien la fe y religión cristiana cuya falta les atribu– yen muchos. Y aunque con conocimiento experimental exponía el menciona– do doctor y cura de San Sebastián de Chuquisaca que habiendo exa– minado en esta ciudad, a los ochenta que en ella fueron condenados a muerte, sobre los principales puntos de religión y doctrina cris– tiana que debían saber para salvarse; encontró que a excepción de algunos pocos que rara vez asistían a sus parroquias, por vivir y tener sus ranchos muy distantes, o por su mucha estupidez, todos los demás estaban suficientemente instruídos en los misterios y ar– tículos de nuesta santa fe católica, hasta explicarlos algunos en tres idiomas, sabiendo así mismo leer y escribir muy bien y confesan– do sencillamente que sus desafueros y excesos no habían sido efec– tos de irreligión, sino amargos frutos de una cruel desesperación; sin embargo no dejamos de conocer que aunque en estos pocos in– dios ladinos se hallasen las instrucciones y creencias necesarias, ha– bía otros muchos entre aquellas naciones conocidas y cristianizadas del Perú, en las cuales ni se halle semejante fe y religión, ni la necesaria instrucción cristiana; persuadiéndonos esto, no sólo la mis– ma naturaleza de los indios tan inclinada a la idolatría y supersti– ción, sino las expresiones y voces tan irreligiosas, anticristianas y aún blasfe~as que les oíamos proferir desde la ciudad de La Paz cuando la tenían asediada y oprimida; y los sacrílegos atentados, desórdenes y estragos que ejecutaron en todas aquellas provincias. Y siendo este el punto principal, a que debemos atender los eclesiásticos. y el que debe excitar todo e] celo y compasiva pie~

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