La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

lNFORl\lE SOBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 431 dad de los habitantes en ellas, particularmente de los provistos y destinados por Su Majestad a la cura de almas y predicación del Evangelio, me parece, (aunque no sea yo de los de esta clase), no cumpliría con lo que debo a Dios y al Rey, sin exponer aquí a Vuestra Señoría Ilustrísima, lo que me hizo sentir la experiencia de más de veinte años en este particular que contiene puntos de la mayor consi– deración, para que los haga presentes a nuestro Soberano, a fin de que examinados y reflexionados por las claras luces con que está ilus– trado su Real y Supremo Consejo de Indias, se tomen las resolucio– nes y providencias más oportunas al remedio, sino se graduasen con– venientes y adaptables los medios que iré proponiendo, y que los más atentos al servicio de ambas majestades y celosos de la obser– vancia de los Cánones Sagrados y disciplina eclesiástica, han juzga– do ser los más proporcionados en las circunstancias que ocurren . Reflexionando yo, Ilustrísimo Padre, el modo y la brevedad con que los Apóstoles introdujeron, radicaron y extendieron la fe y re– lig.ién de Jesucristo por todo un mundo derramado de vicios, llenos de idolatrías y supersticiones; y considerando en cuán pocos años ejecutaron esta cristiana y religiosa conquist a sin más armas que la paciencia, y sufrimiento en los trabajos y persecusiones, el desin– terés propio, el celo de la gloria de Dios y el de la salvación de los redentos de nuestro Salvador Jesús, no puedo menos de admirar, con temor y temblor, los juicios del Altísimo, y conjeturar o inferir que sólo el poco ejercicio de aquellas virtudes, o el interés, ociosidad, la poca piedad y menos celos de algunos prelados y muchos curas de aquellas partes de América totalmente olvidados de sus debe– r es eclesiásticos y de las principales obligaciones del carácter de pa– dres, pastores, y párrocos, puede haber sido el motivo, causa, u oca– sión, de la falta de fe , religión y cristiandad que se nota en muchos de los indios, y de no haberse extirpado en ellos algunas supersti– ciones de sus antepasados a que son t an propensos y las embriague– ces a que están tan habituados. Por que si es que el tiempo todos sabemos el poco que tardaron los apóstoles y sus sucesores, en conquistar y convertir para Jesu– cristo, las tres partes del Mundo que entonces se conocían; y ha– biendo casi t res siglos enteros que se descubrió aquella cuarta par– te, de las Américas, todavía se contempla a medio conquistar, · por radicarse, en muchos naturales el catolicismo y religión cristiana ; pues se advierte que los más, si pagan los diezmos, y los derecho parroquiales, es involutariamente, con repugnancia conocida; y si asisten a la doctrina, al santo sacrificio de la Misa, . a confesarse,

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