La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

lNFORM:E SOBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 435 nes clesiásticas, aquel católico imponderable celo tan digno de ve– neración en nuestro gran Monarca, que teniéndose por más glorio– samente dichoso en ser el mayor protector y patrono de la discipli– na sagrada y canónicas instituciones de la Iglesia, para que así sea santificado, extendido, ensalzado y alabado el santo y augusto nom– bre de Dios, en aquellos sus dilatados dominios, y en todas las de– más partes de la cristiandad; que en ser el más grande y glorioso Emperador de dos mundos, y en que se dilate y extienda su Impe– rio y dominación temporal en el Nuevo, le determinó a resolver con la mayor sabiduría y discreción: "el que los europeos electos "obispos de América no se consagrasen en España, sino que, veri– "ficada la elección, echasen luego el pecho al agua, y pasasen in– "mediatamente a gobernar sus respectivas Diócesis, mientras de or– "den de Su Majestad, se postulaban los Breves o Bulas Pontificias, "para que pudiesen consagrarse en los países conterráneos a sus Obispados". Por esto, Ilustrísimo padre, madurando con la experiencia nues– tra reflexión, pensábamos muchos celosos de la la santificación de las almas, y llenos de amor al real servicio de nuestro amabilísimo Rey y Señor, que lo más conducente al de ambas Majestades, era elegir para prelados de aquellas iglesias, a los presbíteros seculares o regulares de las Catedrales o Conventos más cercanos a las sillas episcopales que vacasen; porque éstos, como no sean muy ancianos y estén adornados de una gran piedad, celo pastoral y desinteresa– do, y medianamente instruídos en la disciplina eclesiástica, en la Liturgia, con abundante y sana moral y doctrina cristiana, para po– der a todas horas catequizar e instruir a su grey, aunque no sean grandes teólogos ni jurisperitos, tienen la ventaja para gobernar me– jor, y ser más útiles a aquellas Iglesias, que los van desde mucha distancia, así del conocimiento práctico que han adquirido, o pueden fácilmente adquirir, del territorio o distrito a veces inmenso que tie– nen que caminar apostólicamente, para sembrar su doctrina, culti– var su viña, y dar el pasto saludable a su grey, como de las costum– bres y conducta de los pueblos de su jurisdicción. A lo que se agre– ga también, estar más exentos de las consecuencias, a veces bien fatales a la salud y robustez corporal tan necesarias para el minis– terio, por la contrariedad de climas, temperamentos y complexio– nes; y digo no ser necesario que sean grandes teólogos, ni juriscon– sultos; porque de lo primero sabemos por experiencia, que basta poco, como abunden las otras buenas prendas que dejo insinuadas, para el gobierno espiritual de aquella cristiandad.

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