La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

450 INFORME SoBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓN DE 1781 familiares, o en otros sacerdotes que muchas veces no tienen más peritos personales, que los servicios hechos a sus amos; o lo que éstos esperan en adelante para su regalo o comodidad de sus ca– sas que suelen ser proveídas, en parte, por los que han creado Cu– ras interinos. De este modo, y encargando a los Prelados, por medio de rea– les órdenes, velen y celen con mucho esmero, sobre que los párro– cos o doctrineros, residan material y formalmente en sus respec– tivas Doctrinas, todo el tiempo que dispone el sagrado Concilio de Trento, sin pasarse jamás a la Capital o a otro pueblo grande ; a no intervenir, causa muy legítima y probada, que evite el doloro– so abuso que supe ciertamente practicaban algunos curas rurales, de retirarse a la capital de Chuquisaca con pretextos del todo frí– volos, dejando abandonadas sus doctrinas, o entregadas, no a pas– tores, sino a puramente mercenarios ineptos; y estándose los me– ses enteros (acaso los más propios para instruir y dar buen ejem– plo a sus pueblos, y administrar el pasto espiritual más saludable a sus ovejas), divirtiéndose en juegos en que se atraviesan gran– des cantidades producidas, sin duda, del patrimonio de Jesucristo ; y quizá también en otros pasatiempos y libertades muy ajenas a su estado y carácter de Pastores y Padres de almas. De este modo, repito, y reencargando juntamente a los Reve– rendos Obispos, en las mismas o distintas reales providencias y ór– denes de Su Majestad sean muy vigilantes y apliquen la mayor parte de su celo pastoral en obligar a los párrocos a que por sí mis– mos, o (sólo cuando ellos no basten o estén totalmente imposibili– tados) por medio de sus ayudantes u otros eclesiásticos, expliquen y enseñen frecuentemente la Doctrina Cristiana y máximas del Evangelio en sus parroquias. Y aun en los campos y ranchos de aquellos rústicos y misera– bles indios se conseguirá con los auxilios del Divino Pastor el que aquellos naturales cobren respeto, confianza y amor a sus curas y doctrineros; y así mismo veneración y aprecio a la doctrina que les prediquen y enseñen, sin que por más rudos e indómitos que se quieran juzgar, tengan motivo para pensar que, no por la debida atención a su bien espiritual y la salud eterna de sus almas, sino por sus intereses propios u otros respetos o comodidades tempora– les, los bautizan sus curas, los casan, entierran, y lo hacen asistir a oir misa, rezar, confesarse, pagar diezmos, etc.; pues sabemos y he– mos visto que algunos pueblos y doctrinas de indios, están bien ins– truidos y aprovechados en las máximas cristianas, conservando fir -

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx