La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

INFORME SOBRE LAS CAUSAS DE LA SUBLEVACIÓ:'l" DE 1781 453 dores; porque esta misma sangre de las víctimas del amor del Se– ñor, o de sus mártires vertida por la confesión de su Santo Nom– bre era la semilla más fecunda, que producía aun en la tierra más estéril, escabrosa e infecunda, la más abundante cosecha o el cien– to por uno de admirables prodigiosas conversiones; y es, porque si no me engaño mucho, me persuado, que así como dice el Apóstol que: sine sanguinis efusione non fit rembio, aludiendo a la que de– rramó Nuestro Dulcísimo Redentor por redimirnos a todos de pe– cado y de la esclavitud del demonio. Tampoco, aunque en diverso sentido, se logrará la perfecta con– versión, la docilidad al suave yugo de la ley, y el verdadero y só– lido cristianismo de aquellos miserables americanos que no están del todo fuera de sus errores, ni libres de las tinieblas y sombras del gentilismo, sin una constante solicitud, paciencia y celo apostó– lico de sus curas y pastores superiores, los cuales, sólo entonces po– drán decir con San Pablo que han cumplido perfectamente sus de– beres pastorales y parroquiales, y merecido la corona de justicia y la posesión de los soberanos bienes prometidos a sus fatigas y la– boriosos ministerios; cuando tengan la dicha de morir en la deman– da, o de derramar su sangre a lo menos en deseo, por la salud es– piritual de aquellas ovejas de Jesucristo, o por arrancar de raíz en sus feligreses, el pecado, las supersticiones, embriagueces y demás vicios. Yo no sé quién se podrá persuadir, Ilustrísimo y Reverendísi– mo Padre, que habiendo prometido Jesucristo tan solemnemente, asistir y proteger su Iglesia hasta el fin de los siglos, siendo el mis– mo ahora que ayer o siempre, no estando abreviada su mano todo– poderosa, encogidas sus piadosísimas paternales entrañas, ni dismi– nuídas en nada su Misericordia, si nosotros sus ministros imploráse– mos sus auxilios y los socorros de su gracia, con gran fe y confian– za en su infinita bondad y clemencia~ con fervor, perseverancia y desinterés propio, dejásemos de conseguir las luces y fuerzas nece– sarias para radicar y fomentar la fe y máximas católico-cristianas, en todos los naturales de aquellos vastísimos dominios de América; porque bendiciendo entonces el cielo nuestros trabajos y nuestro ce– lo apostólico, aún del terreno más árido, indócil, grosero e inculto, haría el Señor que cogiésemos tan copiosos frutos, como cosecharon los primeros operarios evangélicos; y convirtíríamos, convertidos nosotros, hasta las mismas piedras, en hijos de Abraham y de Dios Todo lo cual, supuesto como verdad constante, y experimen– tada en mucha parte por mí mismo; para subvenir a la decente con-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx