La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 13 de nueve pesos, y así las demás especies; y siguiendo este corregidor la opinion de recargar sus efectos para repartir un ciento por cien– to, lo hizo así; con que se hicieron las cintas á dos pesos y los som– breros á diez y ocho, y por esta regla todos los demas géneros. Al– teráronse los provincianos, y llegó á levantarse uno de sus pueblos, que costó mucho trabajo su reduccion; pero habiendo ocurrido al Vi– rey de Lima con sus quejas, se mandaron recoger los efectos repar– tidos á tiempo que falleció el dicho corregidor, y los practicaron los jueces nombrados; y es digno de atenderse á sus resultas, pues és– tas fueron las de que, haciéndose cúmulo de los efectos recogidos y sacado al remate por las deudas que contra sí tenía el corregidor, im– portando en el supuesto valor más de 150.000 pesos, no llegaron á 400 pesos en subastacion. Considérese aquí el engaño á que se pro– cedió y la interminable suma de perjuicios á los provincianos que no ocurrieron con sus quejas, y pagaron lo caro é inútil del efecto que consumieron ó votaron. 31. A otro corregidor se le quemó el almacén donde tenía los efectos que babia de repartir, y quedando éstos muy dañados del fuego, los repartió como buenos, y sucedió que á un provinciano le dieron unas varas de calamaco que no necesitaba, y llegaron á im– portarle cien pesos, por lo que fué pagando hasta noventa pesos, y restando solo diez pesos, le propuso al corregidor le admitiese el mismo efecto que le babia repartido, que le guardaba en su poder, y le respondió se le recibiria por la mitad del precio, con lo que fué a su casa, lo acabó. de pagar y lo quemó. 32. Un corregidor llevó próximamente á su provincia una can– tidad grande de rosarios de piedra bruta, y no hallando medio de salir de ellos, reconoció que en aquel paraje padecen los asistentes de paperas, que llaman cotos, y dispuso repartir los rosarios supo– niendo que eran contra aquel padecimiento, y los vendió á doce rea– les cada uno; hallábase tambien con muchos tafetanes negros, po– dridos é inservibles, y advirtió que habiendo de formarse la milicia de aquella provincia, hubiesen los soldados de usar corbatas negras, por lo que les vendió al excesivo precio de cuatro pesos vara dichos tafetanes sencillos inservibles que tenía, y tambien muchos sombre– ros negros de la tierra que tenía, con franjitas de plata, ménos de dos dedos de ancho, á cincuenta pesos, cuando su intrínseco valor llegaria lo más á cinco pesos, y así armó las milicias de cojos, man– cos y viejos. 33. Es notable y auténtico el caso de haberse ausentado un in– dio de su casa, dejando á su mujer con cuatro hijos, y para su ali-
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