La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
LA VERDAD DESNUDA 483 tonio de Arriaga, y de las fatales resultas que se están experimen– tando como consecuencias de aquella desgracia. En las plazas, en las calles y hasta en los lugares más sagrados se señalan, declaman– do contra ellos; mas no obstante nosotros no los nombraremos, por– que los tenemos perdonados como dijimos. Lo que nos toca es pro– bar que sacrificó su vida en servicio de Vuestra Majestad, y que su mérito es tan recomendable como el de aquellos oficiales de vues– tros ejércitos y armadas que murieron peleando contra enemigos de superior fuerza en una brecha, o en un bajel según ofrecimos y lo vamos a cumplir. 48.-Mucho más interesante es a Vuestra Soberanía la defensa de Vuestra Real Jurisdicción, que la de una plaza o una escuadra de vuestro Pabellón. La pérdida de éstas tal vez se ha estimado con– veniente, y tal vez por una oculta razón de Estado que no alcanza– mos los vasallos se han mandado entregar, después de asegurar la reputación de las Armas. Pero en la Jurisdicción Real, como es la base fundamental del Trono, jamás se habrá visto que los príncipes hayan consentido ni disimulado la menor usurpación de ella; y por eso en vuestra prudentísima legislación se advierte tan estrecha– mente encargada su defensa a todos los Jueces Reales; luego Don Antonio de Arriaga defendiendo vuestra Jurisdicción Soberana, de– fendía la más preciosa regalía de la Corona. 49.- Cualquiera fortaleza o embarcación de Vuestra Majestad tiene librada su defensa en la competente guarnición y armamen– to, con la facultad además de ocurrir en los casos urgentes por auxi– lio a las plazas o escuadras inmediatas que le deben prestar sin de– mora so cargo de graves penas. Don Antonio de Arriaga era solo para la defensa de vuestra Jurisdicción. No tenía más armas que vues– tras leyes y su caudal; y con todo viéndola notoriamente usurpada por la Curia Eclesiástica del Cuzco, sin reparar en sus fuerzas supe– riores, se empeña en defender vuestros derechos. Ocurre pronta– mente a los Tribunales solicitando auxilio, y aun viéndolo éstos ma– niatado por sus enemigos, con la fortísima ligadura de la Censura, no sólo le niegan el socorro que eí caso pedía, sino que le repren– den y amenazan severamente, porque celoso de vuestro Real servi– cio se obstina en llenar sus deberes; luego el Corregidor de Tinta sin guarnición, armamento ni auxilios, sostuvo los ataques del pues– to en que Vuestra Majestad lo destinó, contra enemigos de mayor fuerzo por su número y por sus armas. 50.-El arte de la guerra prescribe las reglas que se han de ob– servar en la defensa de cualquiera objeto de los apuntados, y las
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