La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
LA VERDAD DESNUDA 507 Corregidor dándole satisfacción de su error, y ofreciéndole mudar de conducta en adelante? ¿Es más respetable el Cura interino de Pichigua Don José Calderón que aquel Cuerpo de Religiosos que vi– mos extrañar poco tiempo hace de los Dominios de Nuestro Sobe– rano? Pues, aunque publicamente no se sabe el motivo cierto de su expatriación fué, según opinión común, porque maquinaban distur– bios en las Repúblicas. Eran tan eclesiásticos como Calderón, y mu– chos de ellos de condición más sublime, pero no obstante los pren– dieron los Jueces Reales sin que nadie lo conceptuase sacrilegio, en virtud de orden del Rey. Las leyes no son otra cosa, y estando pre– venido en la 8~, Título 15, Libro 8 de la Recopilación de Castilla, que los ejerzan la Jurisdicción Real conozcan y aprendan, sin dis– tinción, a cuantos perturben la pública tranquilidad (porque es– ta es la vida de la Sociedad Civil) sólo por alguna jurisprudencia nueva del Obispo y sus parciales pudo estimarse por sacrilegio la retención política y atenta del Cura de Pichigua (que los enemigos del Corregidor han apellidado prisión rigorosa y aflictiva) mayor– mente, no habiéndosele inferido más extorsión que mantenerlo re– ·cluso por pocos días, con el mejor tratamiento y cortesanía. 44.-Vuestro Visitador General no se dió por entendido del su– ceso de Coporaque, ni de Calderón; pero anticipadamente había es– crito a Don Antonio de Arriaga otras cartas forjadas con la misma injusticia y contemplación que la del Virrey. Con fecha de 16 de Noviembre de 17W despachó aquel ministro una orden circular a los corregidores, y consiguientemente al de Tinta, para la formación de padrones generales de las provincias con distinción de indios origi– narios, forasteros, cholos y sambaigos, expresando sus mujeres, hijos y tierras. La comisión no podía ser más odiosa, ni arriesgada en las circunstancias que la recibió Arriaga, por hallarse conmovidos a la sazón los vecindarios del Cuzco, Arequipa y otros inmediatos. Pe– ro, sin embargo, aprovechándose de su prudencia y maña, desempe– ñó el encargo con tanto esmero y puntualidad que, con fecha de 18 de Junio siguiente, remitió a la Visita General los autos con los in– formes que contiene el Documento N<? 6, dando de aumento a vues– tra Real Hacienda más de mil y quinientos tributarios. El Corregi– dor de Tinta se manejó con tal sigilo y cautela en estas actuaciones, que el Obispo y los demás enemigos suyos creyeron había abando– nado la Comisión (según lo hicieron otros temerosos de que se les alterasen sus provincias); y como no hallasen capítulos justos que
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