La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
LA VERDAD DESNUDA 509 46.-Paréceme, Señor que con lo dicho y lo demás que suminis– tran los autos que acompañan, que bien probada la hostilidad inau– dita que sufrió vuestro Corregidor de Tinta de los curiales eclesiás– ticos del Cuzco; la constante fidelidad con que llenó sus deberes co– mo leal vasallo y como celoso ministro del Rey, esforzando la de– fensa de sus derechos soberanos, cuando le fué posible. Y que no só– lo le negaron auxilios los tribunales de Lima, sino que, con injusti– cia notoria, reprendieron su conducta arreglada, amenazándole rigo– rosamente los principales magistrados del Reino; con que sólo me resta puntualizar el último y más principal punto del plan propues– to, que es el asesinato de Don Antonio de Arriaga maquinado por los eclesiásticos de esta Ciudad. 47.-Lo relacionado hasta aquí convence cuanta inquietud y so– bresalto ocuparía el corazón de vuestro Reverendo Obispo; como también el odio implacable que concebiría contra Arriaga, viéndose, por una parte, acusado justamente de traidor, con unos fundamentos indestructibles; por otra, frustradas sus intrigas, dirigidas a alterar el sosiego de la Provincia, mediante la vigilancia del Corregidor. Y en una palabra, considerándose incapaz de hacerle frente por los ca– minos de la Justicia; pues si quería indemnizarse de traidor, le era imposible! Y si pretendía maquinar inquietudes con nuevas provi– dencias, debía recelar el mismo desaire que experimentaron las li– bradas contra Coporaque. Estas confusiones y estos cuidados que agi– taban el espíritu de vuestro Reverendo Obispo los explicó, bien cla– ramente, su Provisor en la carta de f. .. (Documento N9 9) con es– tas palabras: "las ruidosas incidencias de la Doctrina de Coporaque traen a Su Ilustrísima bastante mortificado" (31). De donde debemos inferir cuán envenenado tendría el ánimo contra un enemigo que, al paso que le graduaba pequeño, lo encontraba por todas partes in– vencible. Así consideró Roma al célebre Viriato; pero por un asesi– no logró triunfar de su vida; y de este modo infame, una victoria que no pudo alcanzar por medio de ejércitos poderosos y felices. (31) "Señor Don Manuel de la Peña y Montenegro.-Muy Señor mío y mi dueño. Las ruidosas incidencias de la Doctrina de Coporaque traen a Su Ilustrísima bastantemente mortificado; y ha dispuesto que el Doctor Alvarez, con el mayor arte y cautela consuma las especies sacramentales de la Iglesia de dicha Doctrina, cierre .sus puertas y entregue las llaves al Cura Ecónomo de Pichigua. De este modo podrá Vuestra merced retirarse con el dicho Ayudante a Ayaviri, donde tiene Vuestra merced su desti– no.-Dios guarde a Vuestra merced muchos años.-Cuzco y Octubre 4 de 1780.-Besa la mano de Vuestra merced su seguro servidor.- Juan Anto– nio Tristán."
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