La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
LA VERDAD DESNUDA 517 tados, y grita todo el Pueblo, cuando por la voracidad con que im– píamente ofenden sus cenizas; acreditándo~e con esto más feroces y sangrientos que las bestias más fieras; porque éstas, es constante, deponen toda su rabia, viendo rendido o muerto a su contrario; y ellos hacen pasar más allá del sepulcro el odio que injustamente con– cibieron contra Don Antonio de Arriaga, atribuyéndole, públicamen– te, el vicio más infame entre los hombres de honor. 60.-Arriaga tuvo una crianza más opulenta que el Obispo del Cuzco. Dotólo Dios de una alma muy noble y generosa, Aprendió muy niño, en los Reinos extranjeros, la urbanidad, la cortesanía y el trato más amable de las gentes. Estos principios bien estableci– dos en su corazón y la experiencia, le hicieron conocer que nada obligaba tanto a los hombre como el obsequio; y que los nego– ciantes de esplendor (como él lo fué) debían mantener una mesa franca y abundante para lograr mayores ventajas en sus comercios. Con esta idea la tuvo mi tío, en Buenos Aires, algunos años muy exquisita, y para ella era preciso que acopiara licores y otras espe– cies de España (35). Y ved aquí, Señor, el grande argumento de vuestro Obispo para infamar alevosamente al Corregidor de Tinta con la nota indecorosa de ebrio. ¿No sabe el Obispo que aquellos que venden la ponzoña sin embargo de tenerla en sus tiendas con abundancia, y aunque la manejan frecuentemente, viven sanos? pues lo mismo sucedía a Don Antonio de Arriaga: tenía muchos vinos, muchos licores en sus despensas, pero sabía usar de ellos con tem– planza, y empleaba la mayor parte en obsequios. Y si no que diga vuestro Reverendo Obispo ¿cuántos licores, cuántos vinos y cuán– to dinero gastó el Corregidor de Tinta en su hospedaje, al paso por aquella Provincia a fines del año 1779? El Obispo no lo sabrá pe– ro yo sí que he tenido en mi mano los apuntes de todo, por los cua– les se acredita que en pocos días que estuvo en ella gastó mi tío más de cuatro mil pesos en cortejarle con la mayor esplendidez y generosidad, sin más motivo que su liberalidad y bizarría innata. Entonces era prudente, buen juez y el amigo más íntimo del Obis– po; sus insinuaciones eran atendidas; sus pensamientos, adoptados como justos; y en una palabra, era Arriaga, en sus labios hombre de bien entonces. Pero habiéndose promovido seis meses después la (35) Los licores se conducen de Europa a todas las Américas para negociación. Las generalas de los Señores Oficiales de Marina regular– mente se componen de ellos, y no por eso son calumniados de ebrios aun– que según el modo de pensar del Señor Obispo del Cuzco les comp~enden la misma nota; porque para sindicar de tal a Don Antonio de Arriaga no da más razón que haber conducido de España 20 ooo botellas pero yo quisiera que fuera su. Ilustrísima a decírselo a los' muchos oficiales de honor que hacen lo mismo.
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