La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

LA VERDAD DESNUDA 519 la desgracia hasta el 12, porque el aviso cierto de la prisión y de la muerte no se recibió hasta se día; luego se infiere que el Obispo tuvo inteligencia secreta con el Rebelde sobre el homicidio. Y se corrobora el indicio con una expresión que oyeron el Marqués de Rocafuerte y el Coronel de esta Plaza Don Miguel Torrejón a Don Vicente de la Puente el 11 del mismo Noviembre. Pasaban los re– feridos por donde vive el Rector del Colegio de San Bernardo, Don Ignacio de Castro (también Cura de la Provincia de Tinta) a tiem– po que éste estaba en su ventana, y percibieron que le dijo Puen– te desde la calle: no sólo está preso sino ahorcado, en un tono fes– tivo como noticia muy interesante. Los testigos de ambos pasajes son bien excepcionados, pero mientras estuviere aquí el Obispo es muy arriesgada a ellos y a mí su declaración. , 63.-En una carta que escribió el Insurgente Túpac Amaru al Cabildo Secular de esta Ciudad fecha en Ocororo a 3 de Enero, cu– ya copia corre a f. . . del Testimonio 9, como dando satisfacción de sus atentados puso estas palabras: "el ejemplar ejecutado con el Co– rregidor de Tinta, lo motivó asegurar iba contra la Iglesia". Este es un documento que al paso que justifica la conducta de mi tío, pa– tentiza el influjo de los eclesiásticos. Justifica la conducta de mi tío, porque su mismo homicida queriendo sincerarse del horrendo deli– to que había perpetrado, le aclama inocente respecto de que única– mente le atribuye por culpa lo que fué desempeño de su obliga– ción, como acreditan los autos. Patentiza el influjo de los eclesiás– ticos: ¿porque quiénes otros le pudieron persuadir a Túpac Amaru que el Corregidor iba contra la Iglesia? Esta carta original debe existir en los autos formados por la Junta de Guerra de esta Ciu– dad, y me remito a ella. 64.-Al Cura de Tungasuca y su Ayudante Bejarano (contra quienes resulta el gravísimo cargo, de no haber avisado la prisión del Corregidor, durante seis días que lo tuvo arrestado el Rebelde) se pretende disculpar con el despreciable pretexto de que no la su– pieron hasta pocas horas antes de sacarlo al cadalso. Esto no es creí– ble, ya por lo que dice Lamadrid; ya porque Bejarano vivía en la misma casa del Insurgente, con quien comía y cenaba, y ya por– que sabemos todos que en unos Pueblos tan cortos como aquellos, nada de cuanto pasa ignoran los curas; pero aún con todas estas violencias, concedámosle la ignorancia de la prisión. Figueroa asien– ta en su carta que si puesto ya en la Plaza Arriaga, hubiera grita– do cualquiera de aquellos eclesiásticos: ¡Esta es traición!; no hay tal orden del Rey como ha persuadido Túpac Amaru en ese mismo momento se hubieran convertido contra éste los provincianos; y hu-

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