La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
18 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco lastimoso el ver que dándoseles advertidamente el libro de las par– ticulares ordenanzas del reino para que las observen y hagan cum– plir, hay corregidor que no le abre en todo el tiempo de su gobier– no, y es axioma vulgar el decir que las ordenanzas y leyes estan bien guardadas en los mismos libros. 45. Son sin número los perjuicios que resultan de este descui– do, tanto en no atender á lo que está mandado para la policía, edu– cacion y gobierno de los indios, como en el método y distribucion de sus tierras, desagraviándoles de los muchos perjuicios que les hacen sus mismos caciques mestizos y españoles, que todo está pia– dosamente dispuesto y ordenado; pero carecen de justicia los in– dios, y como desdichados y humildes, no tienen recursos que no les traigan peores consecuencias, por lo que callan y gimen la desgra– cia de no ser atendidos como corresponde á los encargos que están prevenidos á su favor. 46. Es notabilísimo el descuido de los corregidores en no ob– servar otras muchas cosas prevenidas en las leyes y ordenamien– tos á favor de la Real jurisdiccion, en que tambien se desentienden por acudir á sus negocios, recelosos de ser acusados en sus exce– sos y delit0s, de que pudieran referirse casos escandalosos de mu– chos que viven desenfrenados violando mujeres casadas y solteras, con cuyo mal ejemplo son impunibles los procedimientos desarre– glados de los súbditos, pues hay muchos corregidores, que con el poder y autoridad que les comunica el empleo y libertad, en que se consideran apartados en el todo del cumplimiento de su obligacion, se entregan escandalosamente al vicio de no dejar muro de virgi– nidad que no violen, ni fortaleza de matrimonio que no asalten, con tan escandaloso desafuero que transitan por las provincias osten– tando su mismo delito, con conducir á estas mujeres á vista de sus padres y maridos; á cuyo ejemplo hacen lo mismo sus familia– res y otros infames individuos que se les agregan por buscar impu– nidad en el sagrado de las maldades, que así se puede llamar la casa de los corregidores, los que sólo hacen algun acto de justicia con título de ella para mayor esc~ndalo; y es rondar á los delin– cuentes para conseguir la mujer que no pudieron, ó que les den una crecida dádiva para que bajo este punto ofenda á su divina Majes– tad; en cuyo asunto se omite lo que se pudiera decir áun con mo– deracion, porque en lo referido, y en lo que se verá en el tratado de curas, parece es suficiente á comprender el mal procedimiento de unos y otros hasta el de los juegos prohibidos por leyes y cédulas de los señores Felipe V y Fernando VI glorioso padre y hermano
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