La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

520 LA VERDAD DESNUDA hieran libertado a su Corregidor, cuya muerte aseguran les fué do– lorosa, y que lo manifestaron con lágrimas. Con que a vista de es– to, y de lo demás que se ha dicho, ¿qué disculpa racional pueden alegar el Cura y Ayudante de Tungasuca? mayormente sabiendo como sabemos que el primero, a la misma sazón, puso en libertad a una Doña María Ignacia Sotomayor, vecina de Paruro, que había apresado el Rebelde, diciéndola: vaya vuestra merced a donde quie– ra con seguridad; y si los indios de Túpac Amaru la quisieren ex– torsionar en el camino, diga vuestra merced que yo la he dado li– bertad, y la dejarán pasar sin hacerla daño; y en efecto con este salvoconducto no la incomodaron. Esta mujer se halla aquí, actual– mente, y no sólo dice esto, sino como testigo de la muerte de mi tío, publica los extremos de sentimiento que hicieron los Indios por ella. 65.-El último fundamento, Señor, es el suceso del Provisor Don Juan Antonio Tristán que acabamos de ver, el que cjertamente es un comprobante manifiesto de cuanto va indicado, meditadas sus circunstancias con juiciosa crítica. Luego que llegó a esta Ciudad vuestro Visitador General, bien fuese por temor de las penas en que se contempló incurso, o bien por estímulos de su conciencia, considerando los graves e irreparables perjuicios que había ocasio– nado a mi tío, a todo el Reino y a mí, padeció un gran trastorno su ánimo. Unos graduaron locura su mudanza. Pero otros, más pru– dentes, opinaron que nunca había tenido mejor juicio. El tema de sus discursos era que el Obispo estaba condenado, y lo había conde– nado a él; (lo sé por persona muy caracterizada, que se lo oyó repeti– damente), y dicen que añadió alguna vez: ahora verá el Obispo como se castigan Obispos malos. Incubaba mucho en la separación del si– glo, haciendo supuesto de que sólo una r~ligión penitente podría conducir su espíritu a la Bienaventuranza. Y en uno de estos días se tiró una cuchillada al pescuezo, diciendo: si me han de ahorcar por el Obispo, mejor quiero quitarme yo la vida; y lo hubiera con– seguido entonces si no le socorren prontamente, por lo que sólo se hizo una ligera herida. Con este motivo y para librarle de sus apre– hensiones melancólicas, lo llevaron a convalecer a Urquillos (lugar– cito inmediato) , y sin otra enfermedad murió a últimos de Junio, con algunas sospechas de que le abreviaron su fin los que no gus– taban hablase tan claro. El Provisor era hombre capaz y el modo de explicarse apuntado, en una de las mayores pruebas de que aun– que tarde, alcanzó los cuantiosos daños que el Obispo y él habían irrogado a Arriaga; el Obispo por capricho y razón de Estado d.e su Soberanía en estas Provincias, y el Provisor por no desagradar al Obispo, separándose de sus ideas.

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