La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 19 V. M., de que olvidados los corregidores, en casa de la justicia se ve hecha teatro de garitas, en que estafan y pervierten á cu·antos en ella entran, de que se ha seguido ruina de familias enteras. 47. Se extiende su desacato á la desobediencia de las justifica– das órdenes y Reales cédulas modernas de V. M., y sirva de ejem– plo el poco fruto que ha producido una novísima en que se les man– da tengan atencion á que los curas no desamparen á sus doctrinas, y que si lo hacen le rebajen la contribucion de sus sínodos y les pongan en la caja Real de distrito, que hasta el presente no se ha verificado, siendo notorio hallarse algunos curas en esta capital del Cuzco años enteros con grave escándalo y total desprecio de la con– minacion, la que no ejecutan, porque no se les impugnen á los co– rregidores· sus defectos y excesos en repartimientos y cobr~nzas, que éste es el orígen de todos los males. 48. Si sirviesen los corregidores libres de estos comercios, se– rian celosos del cumplimiento de sus deberes, y en lugar de los li– bros de caja tendrían tiempo para abrir y manejar las ordenanzas, y se lograrían ver los buenos efectos de su ereccion y estable– cimiento, pues cuando la ociosidad, y no la obligacion les moviese á leerlas, podría esperarse les estimulase la conciencia á su ejecu– cion y que fuesen celosos de la administracion de justicia y bien público, que todo lo impide la atencion á sus intereses. 49. En ningun pueblo se observa que haya preceptores, cajas de comunidad, obras públicas, repartos de caminos, aderezos de ace– quias, ni otras cosas menudas de que tratan las ordenanzas; y todo este mal resulta de que no las leen, y de que sólo se 0cupan en lo expresado arriba, constituyéndose los corregidores en comuneros enemigos del bien público y en lobos en lugar de pastores. 50. Cuando llegan á morir los indios y habitantes de los pue– blos, tienen cuidado los corregidores de cargar con todos sus bienes y anticiparse á los curas, que tambien lo hacen con títulos de en– tierros (sobre que ha habido controversias ante obispos que debie– ron castigar á los curas y reprender á los corregidores, pero no lo hacen así), y ya por sus dependencias, ó ya por título de inventa– rio, de que hacen de ello crecidos derechos, se quedan con la ma– yor parte, sin miramiento á sus familias; pero ¿qué mucho lo eje– cuten los corregidorQs de provincias, donde son infelices y carecen de defensa, si en las ciudades lo hacen con desafuero, recogiendo áun ántes de morir los vireyes con el pretexto de custodiarlos, para cuya comprobacion pudieran referirse muchos casos, y sirvan de

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