La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
532 LA VERDAD DESNUDA el mundo sabe, que después de haber sorprendido el Cacique Re– belde José Gabriel Túpac Amaru a mi tío con la más alevosa cau– tela, le robó sobre veinte y dos mil pesos en moneda; una gran va– jilla de plata; muchas alhajas y tejos de oro; y un equipaje precio– so, que considerado todo, prudencialmente, importa más de cincuen– ta mil pesos. Arriaga debía diez y seis mil por el tercio de tributos de San Juan de 1780, que no pudo cobrar por haberlo tenido esta Curia Episcopal más de dos meses separado de la Provincia, y liga– do con las injustas censuras; y no obstante sus continuos clamores a los Tribunales, representándoles este grave perjuicio del Rey, y otros, según acreditan los documentos que acompañan, y señalada– mente el N9 9; sin acordarse ahora de su negligencia en dispensar– le auxilios, ni de que en lugar de éstos le dispararon apercibimien– tos; y sin' considerar tampoco el modo miserable con que le quita– ron un tan crecido caudal, y la vida, se ha librado embargo contra los pocos bienes que se han recogido de mi tío, y contra algunas de– pendencias que tenía. Los Corregidores siempre se han reputado unos meros depositarios o conductores de los Reales intereses; y los conductores o depositarios no son responsables a las pérdidas pro– cedentes de casos fortuitos y miserables, según derecho, como sa– be Vuestra Alteza. Pero parece, Señor, que al paso que no ha podi– do ser más lamentable la tragedia de Arriaga, se quieren tratar sus asuntos, sin equidad ni compasión, procediendo en ellos como si hu– biera sido el horpbre más delincuente, como lo acredita esta provi– dencia de embargo constante del Testimonio N9 10; que aunque ha sido librada por el nuevo Administrador de Rentas Reales, creado en esta Ciudad por vuestra Visitador General, precisamente lo ha de haber hecho de orden de éste, como Superintendente de Real Ha– cienda. 90.-Don Miguel de Arriaga ha sido y es uno de los ministros más celosos y justificados que tiene Su Majestad en estos Reinos. Estableció con la mayor prudencia y tranquilidad vuestra Real Aduana de Lima y otras subalternas, arreglándolas de modo que no se hicieron odiosas a vuestros vasallos; y en el tiempo que co– rrió a su cargo la Administración General, dió mucho incremento al Real haber como lo manifiestan las cuentas y estados de valores de aquella oficina. Un perito de esta naturaleza es de los más reco– mendables en la estimación del Rey y de Vuestra Alteza. Pero el Visitador General sin reparar en los distinguidos méritos de Don Miguel de Arriaga, ni en las grandes penas que ocupan al presente su corazón por la dolorosa muerte de su hermano, acaba de despa– char orden desde aquí para que se le suspenda el sueldo que Su Ma-
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