La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

LA VERDAD DESNUDA 535 ble que a vista de los temores de los mayores santos a el sacerdocio (de cuya dignidad nunca se constituyeron dignos), se prestase con tanta facilidad el Orden Sacro en estos Reinos a unos hombres in– dignos por su origen inmediato al gentilismo, indignos por su igno– rancia crasa; y todavía mucho más indignos por sus perversas cos– tumbres y conducta detestable? 93.-Este abuso es perjudicialísimo al Estado; porque según el modo de pensar de estos patriotas, comprobadamente apuntado, re– nuncian y se apartan del vasallaje de vuestra Real Persona, a la hora que se hacen eclesiásticos. Pero todavía es mucho más perni– cioso a la sociedad el que se experimenta en la provisión de cura– tos; porque, hablando con generalidad, son raros los que se adjudi– can por mérito. Regularmente son los árbitros el empeño, o el inte– rés; y por eso se hallan tan poco civilizados y cristianos los indios. El ministerio parroquial demanda la mayor inocencia de costumbres, mucha instrucción y una grande prudencia. Se confía por lo común en estas provincias (mayormente después que se separaron los reli– giosos de las Doctrinas) a unos clérigos bisoños e inexpertos, que no proponen otro objeto que hacerse ricos en poco tiempo, y en lo que menos piensan es en abandonar los vicios. No hay cosa tan da– ñosa a los hombres como el mal ejemplo, y el de los eclesiásticos es mucho peor; porque siendo, como son, las tablas vivas de la Ley Evangélica, y los maestros de ella, para reglar la vida cristiana de los seculares, es menester que la enseñen con la práctica más que con la voz; porque sino: ¿qué importa que predique continencia un Cura que está escandalosamente amancebado como muchos del Pe– rú? Diranle los feligreses, pues si es tan abominable la fornicación ¿por qué no dejas tu amiga, libertándonos de la pensión de servirla a ella y a sus hijos? Y lo mismo responderán sobre los demás peca– dos respectivamente. Pero sobre todo: ¿cómo han de imprimir en los indios estos Curas sentimientos de lealtad y subordinación a nues– tro piadoso Monarca cuando ellos se consideran vasallos de otro So– berano, y cuando se atribuyen y ejercitan un dominio tan absoluto sobre sus feligreses? 94.-¿Quién creerá, Señor, que siendo Don Vicente de la Puen– te un clérigo tan díscolo y un vasallo tan infiel, complicado en la muerte de mi tío y sublevación general de estas Provincias, se haya propuesto en estos días por el Reverendo Obispo del Cuzco para uno de los mejores curatos del Obispado, y lo mismo al Promotor Fis– cal Don Miguel de Iturrizarra? Pues así sucede, y el proponente y los propuestos se lisonjean, con esperanzas ciertas, de que los pre-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx